lunes, 8 de octubre de 2012

Albaricoques.

Se fue para que tu pudieras
refugiarte en ella

(Omar Khayyam)


(Alejandro Rivera Still  Life)

Sin temblar en la quietud de los planetas que sin duda veré girar en las mañanas de caminar junto al río/ría, como una obsesión de la juventud que en cada paso se escapa, se refugia en catedrales y otros desiertos, lámpara de aceite junto al lecho donde un día amé sin otra defensa que la respiración entrecortada, la mirada teñida de albaricoques y niños llorando junto a la parada de autobús, con madres que esperaban la libertad del café y la cháchara, la mirada de un desconocido como una mano acariciando el sopor del miércoles y la línea de los ojos pintada con furia ante el espejo que acusa y no miente, madres sin dejar de ser hijas que piden ayuda porque el amor no era eso que no es y los días tan largos y la espera y la postura entre sábanas que no les satisface y los imanes en el frigorífico, uno por viaje, hace tanto, seis años, los que tiene el mayor, otra historia, imaginar otras historias ahora que el tiempo se ha vuelto interminable y puedo mirar de frente a los paseantes del tedio, hombres que nadan defendiéndose en su propio naufragio, mujeres ahogándose en una isla que barre el viento de la soledad, saber que nunca sabré pero pararme en las esquinas a ver cariátides y cornisas, detalles arquitectónicos y mirlos, ancianos en los parques, para cuando te quieras dar cuenta estarás donde yo estoy, dice mi tía octogenaria, agorera, como aquellos letreros en la puerta de los cementerios, lo que sois fuimos, lo que somos seréis, cuando menos lo penséis, gocemos pues de los días, de la amistad, de la risa, de la simpatía, del sol o de la lluvia, lo que venga, contra las noticias no por menos ciertas no destinadas al miedo, a aprisionarnos en el terror, a inmovilizarnos, a neutralizar el espíritu crítico, a defendernos, ya, me sumerjo entre mis amigos víctimas de la celotipia, oh celo, del favor verdugo eterno, alertas cuando me paro a charlar con los jubilados de boina y cachaba, con las panaderas, con el ciego del cupón, con el que vende rosas, relojes falsos y calcetines, con la rubia que me mira y mide y el que hambre tiene con pan sueña y vamos que nos vamos.

Lo que prefiero de tus viajes
es la risa cuando vuelves. 


Steven Skollar


2 comments :

Magnolio dijo...

De tus parrafadas como la de hoy (prefiero) este leerte rápido, rápido, rápido escondido como si nada entre las comas, como si no dijeras nada, o dices, más alla de las comas.

Pedro M. Martínez dijo...

Un estilo Magnolio, mi reino de los cielos por un estilo.
Seguro que digo algo, otra cosa es que (aparte de mí mismo) a alguien le interese.
Pero, ya ves, erre que erre, estoy encantado de haberme conocido.
Hoy viene un día magnífico, a por él.

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