Albaricoques.
Se fue para que tu pudieras
refugiarte en ella
(Omar Khayyam)
(Alejandro Rivera Still Life)
Sin temblar en la quietud de los planetas que
sin duda veré girar en las mañanas de caminar junto al río/ría, como una
obsesión de la juventud que en cada paso se escapa, se refugia en catedrales y
otros desiertos, lámpara de aceite junto al lecho donde un día amé sin otra
defensa que la respiración entrecortada, la mirada teñida de albaricoques y
niños llorando junto a la parada de autobús, con madres que esperaban la
libertad del café y la cháchara, la mirada de un desconocido como una mano
acariciando el sopor del miércoles y la línea de los ojos pintada con furia
ante el espejo que acusa y no miente, madres sin dejar de ser hijas que piden
ayuda porque el amor no era eso que no es y los días tan largos y la espera y
la postura entre sábanas que no les satisface y los imanes en el frigorífico,
uno por viaje, hace tanto, seis años, los que tiene el mayor, otra historia,
imaginar otras historias ahora que el tiempo se ha vuelto interminable y puedo
mirar de frente a los paseantes del tedio, hombres que nadan defendiéndose en
su propio naufragio, mujeres ahogándose en una isla que barre el viento de la
soledad, saber que nunca sabré pero pararme en las esquinas a ver cariátides y
cornisas, detalles arquitectónicos y mirlos, ancianos en los parques, para cuando te quieras dar cuenta estarás
donde yo estoy, dice mi tía octogenaria, agorera, como aquellos letreros en
la puerta de los cementerios, lo que sois
fuimos, lo que somos seréis, cuando menos lo penséis, gocemos pues de los
días, de la amistad, de la risa, de la simpatía, del sol o de la lluvia, lo que
venga, contra las noticias no por menos ciertas no destinadas al miedo, a
aprisionarnos en el terror, a inmovilizarnos, a neutralizar el espíritu
crítico, a defendernos, ya, me sumerjo entre mis amigos víctimas de la celotipia,
oh celo, del favor verdugo eterno, alertas
cuando me paro a charlar con los jubilados de boina y cachaba, con las
panaderas, con el ciego del cupón, con el que vende rosas, relojes falsos y
calcetines, con la rubia que me mira y mide y el que hambre tiene con pan sueña
y vamos que nos vamos.
Lo que prefiero de tus
viajes
es la risa cuando
vuelves.
Steven Skollar
2 comments :
De tus parrafadas como la de hoy (prefiero) este leerte rápido, rápido, rápido escondido como si nada entre las comas, como si no dijeras nada, o dices, más alla de las comas.
Un estilo Magnolio, mi reino de los cielos por un estilo.
Seguro que digo algo, otra cosa es que (aparte de mí mismo) a alguien le interese.
Pero, ya ves, erre que erre, estoy encantado de haberme conocido.
Hoy viene un día magnífico, a por él.
Publicar un comentario