domingo, 4 de mayo de 2008

Salvador Pániker.

«No se puede vivir del recuerdo de los agravios pasados», escribe Salvador Pániker en su Primer testamento (1985) y me doy cuenta que tengo muchos, demasiados agravios pendientes, que algunos de ellos me duelen, que bastantes me pesan, me llenan aún de ganas de revancha, que sólo me afectan a mí, que mis (presuntos) agraviadores –los vivos- ni se enteran de mi recuerdo herido. ¿Ves? desde esta frase aprendí, pero también de otras que entresaqué de los cuatro libros (los que conozco) de memorias, o algo parecido, de este inclasificable Pániker.


Tengo un difuso recuerdo de su participación en programas “cultos” de una televisión del pasado, su estética india, su contraste intelectual con los otros participantes. Hace unos años me lo recomendaron. Leí “Segunda memoria” y quedé fascinado, decía exactamente lo que entonces yo necesitaba escuchar. Seguí con “Primer testamento”, “Cuaderno amarillo” y “Variaciones 95”. De todos ellos aprendí, disfruté, asentí, estuve en desacuerdo, me sorprendí, le llamé fatuo (y otras cosas), me quedé prendado, me aburrí, gocé, un hombre singular en estado puro. Me quité el sombrero y ahora os lo recomiendo con entusiasmo.

Os incluyo unos fragmentos.
Disfrutar con él.

«La gente cree que la iluminación es un estado en el que al fin se comprende todo; la verdad es más bien lo contrario: la iluminación es un estado en el que, al fin, ya no se comprende nada.

...La inmediatez y la distancia. Bataille decía que el sexo sólo puede vivirse plenamente como trasgresión. Frases. Los amantes cortesanos de Provenza fueron más sutiles: la consumación física importa menos que los largos vericuetos del deseo. El deseo que jamás se satisface, el deseo que es apertura indefinida a lo otro. El deseo en sí.

Es un poco mi filosofía para mantenerme vivo. Templarme en la distancia. La distancia que es deseo. El deseo que es también aquí y ahora. El deseo que no demanda ya nada (una paradoja que los psicoanalistas – Lacan incluido- no parecen comprender) El deseo no concentrado en el falo, sino desparramado en la totalidad del psicocuerpo – e, incluso, más allá-. El deseo como tempo musical. La otra cara del presente eterno.

Mientras uno habla, uno no se vuelve oficialmente loco; uno se mantiene en la tibia enajenación de la palabra, quiero decir, de la lengua. El loco supuestamente más grave es el que no habla. La cordura oficial es la locura profunda que pasa por el tamiz de la lengua. La lengua automática que tanto nos descansa. Andy Warhol: quiero ser máquina. Disolución del sujeto en la lengua. Con la paradoja de que, vía lengua, el sujeto se cree todavía más sujeto. La cordura oficial rebosa de símbolos dementes. Decía Jacques Lacan que símbolo equivale a pacto, y decía bien.

El pacto primordial es el fingir que estamos cuerdos. Después vienen las florituras.


10 comments :

ybris dijo...

Algo he leído de él. Lo suficiente para saber que es persona profunda con la que se aprende hasta discrepando de él.
Desde luego lo de la distancia del deseo merece la pena sentirse.

Un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

ybris, no soy amigo de aconsejar lecturas, pero leer a Pániker me abrió un horizonte nuevo.
Quizás fue la época.
O quién me lo recomendó.
Un abrazo.

Єѕтnoм dijo...

"El deseo en sí" ¿Sería lo mismo que llamarle "el deseo en no"?
Siempre he pensado que la esencia del deseo está en lo irrealizable, cuando se es consciente de que lo que se desea no llegará nunca.
Besos soleados, mi Pedro.

mirada dijo...

Anda mirá vos por donde... Yo estoy leyendo a Bataille... Las lágrimas de Eros.
http://miradadeagua.blogspot.com/2008/05/la-violencia-desesperada-del-erotismo.html

Biquiños

Nikté dijo...

Se de antemano que me encantará.
Un saludo desde la parte oscura de la luna

Pedro M. Martínez dijo...

єѕтησм, es que cuando el deseo se realiza es...bueno, pues eso.
aHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHhhhhhh.
Besos, preciosa.

Pedro M. Martínez dijo...

La simple actividad sexual es diferente del erotismo: la primera se da en la vida animal y sólo la vida humana muestra una actividad que define, tal vez, un aspecto “diabólico” al cual conviene el nombre de erotismo. (…) Si “diabólico” significa esencialmente la coincidencia de la muerte y del erotismo, si el diablo no es otra cosa sino nuestra locura, si lloramos, si largos sollozos nos desgarran –o si nos domina una risa enloquecida-, podremos dejar de percibir ligada al erotismo naciente, la preocupación y el tormento de la muerte, de la muerte en un sentido trágico, aun cuando risible al persistir. Aquellos que la mayoría de las veces se representaron en estado de erección, sobre las paredes de sus cavernas, no diferían de las bestias únicamente a causa del deseo que de esta manera estaba asociado –en principio- a la esencia de su ser. Lo que sabemos de ellos nos permite decir que sabían –cosa que ignoraban los animales- que morían… (de Las lágrimas de eros, George Bataille)

Qué cosas, querida Mirada
Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Nikté, seguro que sí.
Un saludo desde las tierras del norte.

gaia07 dijo...

Ya está en mi lista de libros pendientes.
Me ha llamado la atención lo de “… fingir que estamos cuerdos.” La cordura es un concepto social. Pero el ser humano no lo es, es un equilibrista entre razón y locura, el miedo a la soledad es más fuerte que nuestra locura individual.
La palabra como límite para no ser tratado como “oficialmente loco”, me ha sorprendido, e interesado.
Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, Pániker me interesó muchísimo cuando leí estos libros.
Quizás sean difíciles de encontrar.
Besos.

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