Mamá, hay un señor debajo del Agua.
Aquello del día uno de cambiar de paisaje, de olores, de comidas, de acentos, de personas, de temperatura del agua de los ríos, escoger el malecón sin oleaje, valorar la fortuna de estar vivos aunque las tardes sangren, medir el silencio en octógonos, ahuyentar al pelicano del miedo, sumergirnos en espumas de otros mares, otras costas, otear horizontes imposibles, dormir la siesta, estar donde estés, ahí, sin nostalgia ni pasos atrás, resistir, distinguir el canto de los pájaros, organizar los arboles por alfabetos, poblarnos de compasión, de ilusión, de amor hasta que nos duela, abrazar a los amigos, dormir acompañado, comer acompañado, caminar solos en el alba, sentir tan dentro que se aparten los gatos, cuando proceda dejarnos llevar por el torrente de la risa, escribir estas minucias ahora que acabó agosto y algunos afortunados disfrutaron de un mes de calores y fiestas y tormentas, de lejanía y soledad entre los otros, de volver a la ciudad o al desierto, intuir que todo tiene fecha de caducidad y que después hay que deslizarse por los días como por un tobogán que nadie sabe dónde termina, dónde caeremos, ahí vamos, bajando, empieza el resto del año, disfruten ustedes de la vida en cualquier fecha. Mamá, hay un señor debajo del agua.
0 comments :
Publicar un comentario