En invierno.
En invierno todo es más sencillo,
porque no necesitas ningún mundo,
ni tampoco el mar
y nadie te matará.
Te consuela aspirar la furia de los animales
con el aroma de los bosques
que rodean tu calma.
A medianoche crecen la nieve y el hielo
y bajo pesados miembros
duermen los muertos.
Tú hablas con ellos
como en la estación del trigo,
que ellos cortan en oscuridad y mentiras
hasta que la primavera se los bebe
bajo el sol
que roba sus espinas a rosas enfermas.
Thomas Bernhard
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