Mi mejor texto.
Photo: Roger Mayne 1956
Ayer por la tarde, al volver de la playa, entre el viento del nordeste y el bostezo, decidí escribir mi mejor texto en años. Llevaba unas veinte páginas de prosa excelsa cuando vino la amenaza del silencio. La percibí en una oreja. Al principio pensé en un picor sin importancia, me rasqué, no remitía. Poco a poco el silencio se fue volviendo sólido hasta llenar toda la habitación, expulsándome al pasillo. Ahí seguí escribiendo en postura acrobática, de forma incómoda, cierto, el papel apoyado en la pared, la tinta del bolígrafo se derramó, no hubo manera. El silencio se envalentonó, se enseñoreó en toda la casa y aquí estoy, en la escalera, a la altura del quinto piso, sin escribir y, lo peor, habiendo perdido el hilo de la que iba a ser mi obra maestra. Lástima, no lo leeréis.
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