Miles Johnston (British Artist, born 1993)

martes, 30 de septiembre de 2025

Leve historia (2)

 


Estas cosas no ocurren, nunca, al menos a un tipo como yo. Algo se había movido en el pantano, ardían las libélulas en pleno vuelo y crecían árboles frutales en la distancia de calles de alquitrán y rocío. Comía rosas y me consumía en el tic tac del reloj en un rincón del jardín, el corazón en lo más negro del otoño, ahí, inerme y solitario, enlazado a la ciega nostalgia de haber sido, engalanado con ojeras y circunloquios, pasmado.

 

Llegué puntual a la cita. Apenas nos demoramos en saludos y caricias. Desnudos, abrazados, besándonos con avidez, como dos supervivientes del incendio de un barco en alta mar, con una enérgica ternura, así, inclínate, ven, gírate, palabras dulces, susurros, sí, gemidos, ella se dejaba llevar y los dos íbamos, flotando en el deseo, me gustaba, tanto, tanto.  

 

Tiene usted mucha imaginación.

Sí.

¿Se cree todo lo que escribe?

Sí.

lunes, 29 de septiembre de 2025

Historia leve (1)

 


Pretensión de escape por la salida de emergencia de la literatura.

Es inútil.

 

Nos encontramos por casualidad, nos reconocimos a pesar de los años.

Me tomó el brazo con delicadeza y caminamos hablando de esto y aquello, de sus hijos, de las coincidencias, del ayer, del paso del tiempo.

Fue un momento agradable y durante varios días estuve pensando en ella.

 

Madrid es una ciudad peculiar, después de años sin vernos, justo una semana después tropezamos en la misma calle.

Tomamos café en un bar cercano y descubrí que no había perdido aquel brillo en la mirada, la dulzura de su voz, lo interesante de su conversación.

Quedé prendado, intercambiamos los números de teléfono y nos citamos para el siguiente miércoles.

 

Esa misma semana empecé a escuchar voces y música. El amor me dejaba las manos vacías y una luz se apagaba y encendía en el paraíso. Mi vida era una isla de náufragos desorientados y el horizonte estaba detrás de la niebla gallega.

Aquel día, a las once, me llamó diciendo que no podía acudir a la cita, que le había surgido un contratiempo. Me sugirió pasar por su despacho, estaría encantada de seguir nuestra conversación nostálgica. Acepté.

 

El despacho tenía una decoración escueta, muy personal, apenas una mesa, la biblioteca, tres cuadros, un diploma, un sofá y dos sillas. Me senté frente a ella y hablamos. Dijo que la relación con su marido era inexistente. Miró hacia la ventana y advertí una lágrima en su rostro. Le tomé las manos. Luego todo fue muy rápido. Corrimos las cortinas, nos abrazamos, nos quitamos la ropa, nos amamos apresuradamente sobre el sofá, indiferentes a los pasos que se escuchaban al otro lado de la puerta, en el pasillo. Después, ya vestidos, nos sentamos mirándonos sin hablar. Nos citamos para el miércoles siguiente.

 

¿Piensa usted en la muerte?

Sí.

¿A menudo?

Sí.

domingo, 28 de septiembre de 2025

Somero inventario

John Falter  'The Windy City' 1946

Lo que digo/escribo en estos últimos años  trata de la melancolía pasajera y del erotismo permanente. Del cuerpo humano, desnudo. De la mente vegetal, vestida. De lo absurdo de pasar el tiempo frente a una fría pantalla de colores mientras el río de la vida corre por las calles, pleamar de alcohol y navegantes solitarios, barco encallado en el arenal de un nombre, en la escollera de un tiempo pasado, en todo lo que no sea ahora.


 Y no, no señora.

sábado, 27 de septiembre de 2025

Miedo

 

 

Justo después del terremoto llegaron la sed y los buitres, la peste. No recuerdo si por este orden. Enterramos  los muertos y dimos fuego a los zarzales. Después llegó el saqueo y el hambre, buscar cobijo, guarecernos de la lluvia inclemente. Sobrevivir era la primera necesidad.

Pasaron muchos días hasta que el silencio se quebró por aviones que venían del sur. Nos apiñamos en la pista del valle para recibir alimentos y allí nos ametrallaron, sin piedad, con método. Corrimos aterradas, sin entender, sin esperanza, como animales buscando un agujero.

Cuando se fueron el paisaje de cadáveres era el horror, el miedo absoluto. Gritaban los heridos. Lloramos sin entender, sin saber dónde ir. Llegó la noche. En otro tiempo viví en Londres, en Roma, en Barcelona ¿Qué hacía en ese país inhóspito?, ¿Cómo había llegado allí? De mañana buscaría la ruta del sur. Me dormí exhausta, en la amargura, en la total desesperanza.


viernes, 26 de septiembre de 2025

Parker perdido en un bosque lujurioso

Henri Cartier-Bresson, The Painter Balthus and his wife Setsuko in their wooden hut of Rossiniere, Switzerland, 1998


Lo que dice/escribe Parker en este último siglo trata de la vacuidad de lo terrenal, de las riquezas, de la existencia del más allá, de la conciencia consciente, de la fragilidad del yo, de las contradicciones del arte literario, del mercadeo intelectual, de la sórdida oscuridad de los que aceptan su porcentaje con una mano doblada sobre la mejilla izquierda y la otra en la espalda, la mirada perdida, el problema 30.1 de Aristóteles, de la ruina del cuerpo anciano y trata, sobre todo, de la mujer que le hechiza, que lo cuenta mientras se ahoga en sus ojos limpios, en la voz que enturbia su arroyo de un solo pez, del descubrimiento del lado oscuro, de dejar la música sonar y perderse en un bosque lujurioso y hasta ahí podría llegar, él, Parker.

jueves, 25 de septiembre de 2025

Ansia

 


Cuando fui, al de diez minutos, ya quería estar aquí. He vuelto y quiero estar ahí. Esas tendencias tienen cura, imagino. Como lo de leer, el cine, la música. No encuentro eso que. Arte, no consumo, cultura, no comercio. Ingenuidad, la mía. Allí revisaba libros para ver si ese era. Estos dos: Abisal y Minimosca. No los compré (36€ y 23,75€), dos tochos. Al volver los tomé prestados de la biblioteca de Bidebarrieta. Pues qué quieres que te diga, sí, pero exigen atención máxima. Abisal está sobrevalorado, quizás porque vi un vídeo de mi paisano y me pareció un “sobrao” (¿envidia?). Minimosca es como “Vivir abajo”, bueno, denso, raro, intenso, buena literatura pero no era esto lo que buscaba. Candaya publica también “Teoría del tacto”, todo el mundo bla, bla, bla. Devuelvo los dos monumentos y me lo llevo, el de Fernanda García Lao, (Bidebarrieta es un lujo), tres capítulos después ya sé que sigo queriendo leer lo que no leo, que sí, que tiene mérito, pero mientras siga subido en esta disyuntiva de voy y vuelvo no hay manera.

Y dos.

A veces pienso que es cosa de la edad, de acumulación de estímulos que, oiga, he leído tanto que ya sé por dónde vienen, que hay que hacerse un hueco, comer, pagar facturas, sacar los demonios, dar codazos, salir en los telediarios. Sin quitarles ni un ápice de talento, capacidad, imaginación, trabajo, etc. Que no sos vos, que soy yo, vaya.

Y tres.

No digas nada que te veo.


https://www.bestialectora.com/2022/01/abisal-de-alvaro-cortina-urdampilleta.html

https://jediscequejensens.blogspot.com/2024/12/minimosca.html

https://aullidolit.com/teoria-del-tacto-descarnacion-humana/

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Parkiana



Contra el más de lo mismo, gota a gota, dejando lo que no, solo gano, gano solo, que asuma la pérdida quien no sepa mirar al otro lado, ese/este. (Parker)

martes, 23 de septiembre de 2025

¿Saldrá bien?


Luis Hernández Cruz (Puerto Rico), 


Días vacíos por delante, muchos, algunos, para llenarlos de contenido.

Los caballos pasan a toda velocidad por la derecha, por la izquierda, no me acostumbro a ser rebasado una y otra vez. Recuerdo cuando fui un jinete que ganaba (en realidad ganaba el caballo).
Los fantasmas están ahí enfrente, sin rostro, ensabanados, me miran, puedo llegar a sentirme culpable de lo que hago y de lo que no, en la continuidad, en la finitud, siga o me pare. Un problema.
Este es un espacio de jazz, así somos, es un espejo.

Pregunto a mis amigos si son felices, me miran sorprendidos.
¿Esto es lo que esperabais?
¿Estáis contentos con los que hacéis?

Abrazo a mis amigas y se separan con dulce firmeza.
Menos una.

¿Veremos algún día amanecer en Finisterre?
¿Qué parte de la cama prefieres?
¿Roncas, cariño?
Volver a empezar.

¿Saldrá bien?

lunes, 22 de septiembre de 2025

Cita

 

Sir Lawrence Alma-Tadema

Oh bella mujer, sorda a rumores y abrazos, ausente de eventos y circunstancias ajenas a tu propia circunstancia.

Las liras de Éfeso se atemperan en un canto de ceremonia a tu mirada, a los intervalos entre el sí o el no.

¿De qué caprichos de tu alma esquiva dependen?, ¿de qué eclipse o catástrofe?, ¿de qué conjuro de dioses sin armonizar? 

Tiende tus brazos al albur y descarta vientos o soles, nubes negras o aleteo de águilas, lánzate al quizás, al acaso, a los signos con tiza en las esquinas, a los nombres prohibidos, a la mano que borra escarabajos de oro pintados en las paredes de tu morada.

Atiende mis requerimientos y antes que cante el gallo deja señales en los cruces, huesos de liebre en los alares del templo de Júpiter, el escudo de un guerrero en los portales marmóreos donde el viento gira.

Alborota tus melosos cabellos, recógete la túnica, abre ventanas al deseo de este cantor a oscuras, temeroso, con los pies en el tedio y la ceniza, con las lívidas ideas que flotan en las sienes, un congrio helado en un mar de lágrimas, los muslos desgarrados en el coral de tu no constante, la garra roja del poema como una batalla para rendirte, oh invicta, que despliego la palabra como flechas o fábulas ignorando tercamente la muralla de tus pupilas, el engaño azul de la música y el juicio de las comadres.

Sea esta súplica rendición, condena, mi frente rozando el suelo que pisas, tan lejos, en la defensa a ultranza de mis acechanzas.

Perdona, que tengo el iPad descargado, ¿a qué hora has dicho que sale el avión?

domingo, 21 de septiembre de 2025

Y no (no)

 


Antes de ser ninguneado por FB  los pródigos “me gusta” que recibía (allí) ayudaban en cierta medida (a los que no recibo aquí),  no demasiado, no me lo creía, no había crítica, todo era dulce, amable, de una exquisita corrección.

Y no.

Los que vienen, los que van, los que dicen, toda la parafernalia esa de las visitas, no, no es exacto. Ese decorado simplemente oculta la realidad, estamos desnudos en un escenario. Lástima que el teatro está vacío, no se vende ni una entrada, los aplausos están grabados, está vacía hasta la concha del apuntador.

Y no.

Esto es una noria donde se repiten historias, argumentos, modas, instantes, no hay novedad, se confunde la calidad con la caridad. Esto es un ombligo gigantesco que se come todo lo que se pone por delante, un ombligo monstruoso que se alimenta del Sí.

Y no.

No.

sábado, 20 de septiembre de 2025

Los moluscos, los muslos y yo.




Entre los moluscos, los muslos, lo lácteo y el más allá está uno en una afectación de vivir como un torero que brinda al sol y mora en sombras, que si Parker se entera deja la venta de cupones y se dedica en cuerpo y alma a la comercialización de lo suyo, a saber, interés por la contemplación de ideas ajenas y cultivo y desarrollo del conocimiento colectivo, qué decir, cómo, lenguaje deslenguado, cizallas codificadas y esos bichos que viven en el fuego, lo resisten, salamandras de piel curiosa, curtida, ajena al mordisco cálido del elogio, a la dentellada de la duda, al acaso de un final entre sábanas y pechos desmedidos, tú sabes, los de antes, no de aña, no, de amante desimantada de sus deberes de nevera, aquella cama, aquí duermo, a la izquierda, la huella de otro cuerpo al otro lado, a la derecha, que no hay derecho, que los contratos deberían ser renovables, votos rejuvenecedores, cabinas Allen o así  en las que entres anciano y salgas pimpollo, un Brad (Pitt) de estómago liso y culo terso, ya sabes, el espejo, uno que mienta, el de la madrastra, el Peter (Pan) de un Disney que nos engañó una y otra vez, que no todo podía ser tan blando mientras él puteaba a sus trabajadores, que no es nimio, no, agrupémonos todos mirando los alrededores, los conspiradores enmascarados preparando el despido libre y la vuelta a la esclavitud, las sufragistas encadenadas, se lo decía a sus nietos, en tiempo normal,  es decir cuando no había guerra, antes de la estancia de su hombre en los campos de concentración, después el hambre y el frío, la incertidumbre, la represión, el miedo, la muerte vestida de uniforme y bigote, siempre pierden los mismos, nosotros, bienaventurados los pobres de espíritu, lástima que para heredar la tierra o el cielo haya que morirse antes, un adelanto, por favor, seguir caminando, que ya va siendo hora de cerrar esto de hoy, escrito un día de jazz y calor, sin darle muchas vueltas, dos, pensando solo lo justo, la idea única (no me refiero al sexo por esta vez) rebotando en el cerebro, idea Homer, hay que ver, cómo somos, Dickens ahí y tú leyendo estas paranoias, ya te vale, regresa a cien años de soledad que es lo que nos espera a no tardar, estamos en tiempo normal. Ya.


Ya.


viernes, 19 de septiembre de 2025

Sí.


 


No tengo ni idea, de nada.

Solo quiero decir NO.
Tampoco sé a qué.
Pero NO.
NO, que quede claro.
A la salida te espero.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Edades diferentes.

 

Katrien de Blauwer

Solo la emoción vencía al miedo, una tan mujer, otro tan joven.

Me impacientaba por las calles cercanas mientras ella llegaba con la compra. 
Cuando sonaba el móvil –una sola llamada- sabía que podía subir. 
Nunca me crucé con ningún vecino, nadie me preguntó.

Temblaban los cristales, cantaban pájaros en el patio, se escuchaban pisadas en el rellano.-¿Nos quitamos la ropa?- y era el abrazo hambriento. Tendido sobre el rocío de su cuerpo el mundo era otro, fértil y húmedo, acogedor, inabarcable. Susurraba en mi oído palabras que no entendía, la cabeza se llenaba de deseo y calor, de tentaciones, de una marea de ternura que me dejaba sin fuerzas, aprisionado en su piel que era mía, convertido en esclavo de mis labios, de mis dedos, del ardor desmedido de amarla sin límites. Besaba mis párpados con una dulzura tal que aún con los ojos cerrados podía ver más allá del cuarto en penumbra dónde nos juntábamos, en silencio, en un milagro en el que todo era posible, bello, nuevo. La puerta era un límite entre la vida y aquello otro que eran los días inexpertos, mi novia, los libros, un trabajo provisional, mis amigos cegados por el humo, ginebra los viernes, quizás María.
Nunca tuve en cuenta la diferencia de edad, sólo podía pensar en su cuerpo, cada minuto, enajenado. No entendía nada en lo que no estuviera ella, ni el saludo amistoso de su marido, ni su relación con mis padres, ni que su hijo pequeño fuera mi alumno ocasional.
Fue ese hijo el que nos descubrió, una mañana de marzo, final de la historia, intenso drama familiar incluido.

Han pasado cinco años. 
Hoy la he vuelto a ver, nos hemos cruzado en el Arenal, caminaba con lentitud, no se ha fijado en mi. 
Me he acobardado, he pasado de largo, me ha parecido una mujer mayor, casi una anciana. Tampoco yo soy tan joven, me caso en septiembre.

Pero algo se ha movido en mi alma. Me he girado y desde Bidebarrieta la he buscado por las estrechas calles, entre los cantones, en la plaza de Santiago, por todo el Casco Viejo. Nada.

He vuelto a casa con un sabor amargo.

No puedo mirarme en el espejo.

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Mary Jo Bang,

 


El habla está diseñada para persuadir

III

Finalmente el texto empezó a explicarse.

Por escrito el código era más fácil de descifrar.

Armaron una estrategia, dividir frecuentemente,

ocasionalmente restar. Un fragmento besaba otro.

Un insinuarse sexual de cosas parecidas. La distancia no

era amable. Entendieron eso de que los olvidos pueden ser crueles

y entonces un sistema de sustituciones se armó. Usaron un tres

para connotar un espacio vacío. Tiraron sobre la cama

una manta sólo porque hacía mucho mucho frío.

Todo fue en el divertirse de una tarde.

Todo en un momento de distracción.

IV

Y ahora acércate, dijo ella. Él había permitido

tan poco. Y ella lo soportó. Eso puede decirse a su favor.

Ella era su favorita. Eso decía él.

Arrastró sus uñas silenciosamente sobre la superficie.

Ninguna descarga terrible de pizarrón. En la quietud

un reloj. Un perro rasgaba resignado la puerta.

Esa noche soñó que vivía en una lavandería

donde todo llegaba limpio. Ella era todo

lo que ella iba a decir. Que el tacto sea una imagen

que el tiempo prueba. Que el habla esté diseñada

para persuadir. Que los fragmentos sostengan un espacio.

Que siga sonando el timbre del despertador.

_ Mary Jo Bang, de Louise In Love (2001) Versión de Patricio Grinberg.

martes, 16 de septiembre de 2025

Quiero volver

Illustration by Pauly Blow


Acabamos de llegar a nuestra casa de verano. Las maletas todavía están sin abrir.

Apoyo mi mejilla en el cristal para pensar en él. Le imagino mirando al sauce triste frente a su ventana. Quisiera escribirle pero no sé cómo hacerle llegar mis cartas y aquí no hay cobertura para internet.

Mi marido me llama con cualquier pretexto, un libro que no encuentra en lo alto de la biblioteca, una sartén demasiado abajo en la cocina. Mi nieto pequeño llora, se ha caído junto a la valla. Mi hija le consuela con ternura. Juan, mi yerno, arregla las flores de la entrada.

Sola en mi cuarto pienso en él. Como antes, como siempre, prisionera a pesar del tiempo, del tiempo que no me queda, que no nos queda. Acaricio el borde del libro que me regaló, beso sus páginas. Evito el reflejo de los espejos. Evito a los otros.

Mi marido  me llama, un pesado mueble que quiere cambiar de sitio – ¿te parece bien ahí? -, unas tazas livianas que teme romper – ¿me ayudas? -. Y sé que no le gusta saberme sola en la habitación, ajena. Escucho la conversación de mi nieto mayor con los amigos que han venido a saludarle. Mi hija juega con el pequeño. Juan canta en el jardín. La televisión emite programas que no entiendo, habla de cosas que no me pertenecen.

Salgo al balcón para mirar pasar las nubes y sé que no son las mismas que las que dejé en el norte. Me ahogo aquí, voy a morirme de nostalgia, de añoranza de sus manos, de su voz, de todo él.

Casi no he llegado y ya quiero volver.

lunes, 15 de septiembre de 2025

Recuperar el otoño



Recuperar el otoño, el que viene, ahora, mientras esos, los otros, gritan (no entiendo que quieren reivindicar, así). Ella lee un libro, la cámara busca un plano desde arriba, sobre la mesa me afano en buscar el ángulo que defina su constancia (la noche se ha llenado de caricias, masticó la dulzura del final del verano). Paso las páginas del catálogo de raíces y ensueños, hasta la cincuenta no hay noticias de cristales rotos, solo fotografías (algunas movidas, cierto), de la vida como un material tembloroso, redondo, fértil. Duermo la siesta con la esperanza de que alguien me despierte con voz cálida y el sueño quedará en el pozo donde guardo los secretos de aquella sombra que va y viene en lo oscuro, allí donde gritan los otros, eso, ellos.

domingo, 14 de septiembre de 2025

De ecos y tal

 



Para escribir lo que debo intuyo que me falta imaginación, experiencias más allá del puro azar y conocimientos sólidos sobre lo concreto, lo práctico, lo que interesa.

Ecocardiograma basal: buena función sistólica global del VI sin alteraciones de la contractilidad segmentaria.

Hoy mismo me he comprado unos dientes para el rastrillo hilerador y lo que necesitaba eran unos dientes para el rastrillo henificador acodado. Total que metro, para aquí, para allá y al llegar habían cerrado el almacén, vuelva usted mañana y el henificador muerto de risa en el cobertizo.

Alcanza un 86 % de su FMT en cinco minutos de esfuerzo.

Desubicado, en el fin de la Tierra empecé a sentirme así. Me preocupé. Pensé que era cosa de la latitud, del clima, de la intolerancia al marisco en general, esas cosas de los pobres. También pensé que se me pasaría a la vuelta, error, he vuelto y sigo desubicado. Es cierto que tampoco sé si he vuelto al lugar correcto.

Clínica y eléctricamente negativa para isquemia.

Todo esto que voy contando, sin interés, se debe a mi nula capacidad de utilizar la mitopoiética para inventarme un potable Señor de los Anillos en euskera, para presentarlo y firmarlo en batzokis y residencias de ancianos (estaba pensando en la de Elorrio y en la de Orduña). Un Bilbo de Bilbo, por ahí, por ahí.

Eco post esfuerzo; no se aprecian alteraciones de la contractilidad segmentaria.

Me espanto y me enardezco. Me espanto porque me siento disímil a esto; me enardezco porque me siento semejante. Confiesa San Agustín en sus Confesiones (lógico).

Eco de estrés negativo para detectar isquemia.

Resumiendo; vamos que nos vamos.

sábado, 13 de septiembre de 2025

Anna Świr,

Priscilla Rodríguez Aranda

 


NUESTROS SILENCIOS

EL silencio

entra y sale de mí,

me lava

de mí pasado.

Pura soy, te espero. Venga

tu silencio a mí.

Se adormirán

cada uno en los brazos del otro,

como un nido,

nuestros silencios.

Anna Świr, Hablando con mi cuerpo.

Traducción de Abraham Gragera y Teresa Casas Hernández. Pre-Textos, Valencia, 2025

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