sábado, 30 de septiembre de 2023

Non possumus.

 


Era posible, al principio, antes de las mentiras piadosas y los escarabajos de la duda, cuando nos decíamos ternuras fosforescentes al punto de incendiar las sábanas cuando los muslos ardían y nos siseaban desde los cuartos de al lado en aquel hotel del mediodía, el deseo era ese lugar ¿recuerdas qué apuro el primer día?, la señora de negro nos miraba de arriba abajo, tan jóvenes, no traen ustedes maleta, ni falta que nos hacía, llevábamos la frente de cristal, hablábamos con la voz teñida por el apetito de rozarnos, se nos veía hasta el último rincón de la nuca, justo allí donde dejaba mis besos de serpentinas rojas y colonias con olor a romero y enséñame, decías, pobre de mí, que me asustaba tu desnudez y tus caderas, cómo me susurrabas, cómo me abrazabas, no sabía aún si empezar por el norte o por el sur, que me desbordaba tu naturalidad, que con otras había sido pecado, triste, rápido, sucio a veces y tú eras luminosa, tan espontánea que me sentía un tipo pequeño y para que no te dieses cuenta no dejaba de besarte, de bromear, de sujetarte las manos, de buscar tu temblor entre las piernas que ahí te rendías y suspirabas y nunca sabía si ese torrente de gemidos y suspiros era tu predisposición o mi habilidad, que no, que con otras no, casi nunca, que te miraba en aquella semioscuridad y no me lo podía creer, déjame qué, decías tú, ponte así decía yo, te gusta, nos preguntábamos y nos gustaba, claro, volvíamos una y otra vez a aquel hotel del mediodía, justo antes de las mentiras y los escarabajos de la duda, de la inundación del 83, de tu largo viaje y mi impaciencia, ya, no supe esperar, tenía prisa, no sé, un ansia de lo prohibido, de lo ajeno y luego volviste y ya nada era lo mismo y la señora del hotel era otra y nosotros éramos otros y ni siquiera nos desnudamos, tú lloraste un poco, yo miré por la ventana, avergonzado y desde entonces, fíjate cuanto tiempo ha pasado, nunca he tenido con nadie un momento tan puro, tan intenso, tan sagrado, tan íntimo como contigo, Luz, que se me vacían las palabras en la garganta y me doy lástima.

 



 

A veces releo cosas que he escrito, me miro  y estoy seguro que he debido tener otra vida que no recuerdo, que era otro quien las vivía o imaginaba. Y suspiro, por hacer algo, por evitar que se rompa mi frágil ahora.. 




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