Iguazú
Cuando
mis amigos dicen que se han vuelto invisibles reivindico mi derecho a pintarme
la cabeza de amarillo brillante, de cantar en los semáforos, de dar volatines
en las recepciones oficiales del lendakari, de cortarme una oreja delante del
Papa Francisco, de pasar descalzo por un cable sobre las cataratas de Iguazú,
de ser como soy aunque sea nada. Corro y corro, sé que esta carrera ya la he
perdido, pero participo, aun. Me está dando un calambre en la pierna derecha.
Dolor.
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