Gavilanes del estrecho
También me gustaba “Gavilanes del estrecho”, de
piratas, tenía una escena que me parecía muy erótica. La verdad que entonces
todas las escenas en las que aparecían señoras me parecían eróticas. Era un sin
vivir, no como ahora. Vale, he dejado de pegarme, -algo es algo, chaval-.
Añoro el color de la sangre por mi frente cuando me lanzaba de cabeza contra su
pared, una y otra vez, hasta que las piernas no me respondían, hasta que con
los gritos se despertaban las comadres del barrio y me curaban –pobrecito-,
me vendaban el corazón y como nuevo, nunca he sido nuevo, siempre he sido de
segunda mano, desvencijado amor de principio de siglo, castillo en ruinas,
pajar en llamas y ya huele a chamusquina. Ahora nos sentamos, nos damos las manos,
formamos ese círculo mágico tan caro y susurramos “ohmmmmmmmmm”. Hala,
vamos a la cama que para hoy son demasiadas emociones. Sólo a dormir, que tengo
las carnes esparcidas por demasiados espacios siderales. Hasta mañana.
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