Espera
No la he visto, no ha venido, ¿habrá tenido algún percance?
Soy
un hombre vegetal, un árbol sin raíces, un tronco florecido temeroso de los
leñadores furtivos, de los cazadores de savia, de los recolectores de
clorofila, un arbusto mecido por el viento de levante, hierba que besa sus pies
desnudos, ¿dónde estará?
No ha subido al metro ¿se encontrará mal?
Soy un hombre que vive bajo el agua de la duda, sumergido en mares negros,
traspasado por corrientes habitadas por peces melancólicos, por anémonas
deprimidas, por tiburones sin armonía, por tortugas que están de los nervios,
por ella nadándome, desnuda.
Lo intentaré mañana. Apenas duermo ya. Necesito verla de nuevo.
Soy un hombre animal, una animal hombre inclinado, un perro perdido en olores
de ayer que se diluyen, sin raza, un mamífero sin nombre, sin hembra, un
caballo arrumbado, sin carro, tratando de quitarse los parásitos rebozándose en
el barro de la marisma degradada, un gato gris castrado, un cerdo que espera el
cuchillo, aquel espécimen del zoo de Córdoba, un límite entre lo humano y el
instinto.
¿Y si no vuelve?
Soy un hombre viejo que agradece que las piernas aún le lleven, que el corazón
funcione, que no se ahogue, que los huesos no se le rompan, que sepa comprar el
pan, pasear por las rutinas, que se desespera por esta pasión cuando ya no
queda tiempo. Qué lástima aprender que el amor aún es tan duro cuando la
memoria, los ausentes, lo que tuviste, el ayer, se pierde en el mísero ahora y
no queda más que esta larga sombra de soledad...
Y tanto miedo.
Qué será de mí si no la veo más
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