Fino
A ver cómo lo digo de una forma fina: estoy hasta los cojones de esto, de lo otro y de lo de más allá. Dicho queda. Que aquí no aprendo mucho, bueno sí, que hay gente agazapada detrás de los matorrales, como en la vida real. Y la vida real es la hostia de real, buena para algunos pocos, muy dura para otros muchos, infinitamente aburrida para bastantes. En eso estamos, en divertirnos, en la puta diversión que son cuatro días y el que venga detrás que arree. Quítate tú que me pongo yo. Hasta ahí podríamos llegar. Hemos llegado. Gilipollas perdidos (temo que hoy tampoco tendré likes, qué sorpresa, que os den). Ya, ya, no sirven aquellos conceptos antiguos: decencia, esfuerzo, perseverancia, educación, principios, moral, respeto, urbanidad ¡Alto! que le ha dao un yuyu aquí al señor mayor, que desvaría, que va p´atrás, ¿qué dice?, que no utiliza locked stories, que no se le entiende en esta posmodernidad occidental de los huevos, de absoluta corrupción impune, que se empieza escribiendo estas cosas como resiliencia y se termina en una conducta disruptiva. La verdad es que escojo las palabras con cuidado para que lo de hoy no termine en un discurso heteropatriarcal, ya te digo, que por ahí no, Pepe, que diría Charles Marie Gustave Le Bon o algún otro gurú de los otros. El Génesis empieza con: “Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida”, que si esto no es una invitación al desparrame nasal no sé yo, ya me dirás, eso sí, termina con “así el hombre se convirtió en un ser viviente”, que lo define más (y mejor). Que mi hija dice que siempre escribo lo mismo y hoy (si lo lee, que no creo) dirá que está lleno de micromachismos y ¿qué quieren? uno es de otro siglo y bastante tiene con estar vivo. Hale, a por uvas.
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