trampas en la pared
No
quiero hacer trampas en la blanca pared de cada día. Me he comido las sobras
del silencio, he apurado los posos del idilio, he rebañado el plato de lo
romántico. Aún está en mi boca el sabor de aquel banquete. Pero lo que fue,
fue, historia, ya está todo dicho, no hay más que hablar, las cenizas están
esparcidas desde los montes.
Me
quito una oreja.
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