El 322
Diane Arbus, Lady Bartender at Home with a Souvenir Dog, New Orleans, L.A., 1964.
Llueve tanto que escribo en
blanco y negro.
Busco color en el 322.
No tanto para ser entendido
en la individualidad sino para cumplir una obligación, preguntarme por el
sentido de este espacio, impedir la peligrosa tendencia a lo hueco.
No hay censura, de momento.
Tampoco hay tiempo para
experimentos, otros lenguajes, estilos pasados de moda aunque a muchos les
parezcan nuevos, innovar con asociación libre de ideas, músicas, imágenes
oscuras o verdes, trucos de prestidigitador aficionado.
Al final solo hay trabajo,
evitar la incomunicación, buscar un personaje, Parker, Pedro o nadie, decir,
pintar el absurdo de la existencia, el absurdo de querer recordarlo cada día.
Me baño en el sentido de la
vida y recuerdo cuando me ahogaba, no hace tanto.
Ahí fuera llueve, mucho.
Busco el color en el 322.
No es trabajoso, la música
viene sola, la comparto.
Agradezco tanto las visitas a
media tarde, silenciosas, inconstantes, amables, amistosas.
Solo deseo no perder el
estímulo, alimentar la hoguera, que la rutina no me haga olvidar nada.
Cada día la cifra me informa.
Ayer 322. Nunca la mirada es sobrepasada por la cifra. 322. A veces dejo de
pensar, nunca de sentir.
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