Hoy hace diez años
En primera línea, en las trincheras, hundidos hasta las rodillas en
el barro, asomando la cabeza con tiento, sabiendo que somos los siguientes, los
de la próxima batalla, temiendo su inminencia, nuestras escasas fuerzas, lo
cruel del combate, lo irremediable del desenlace, que estamos vencidos aún
antes de comenzar.
Sin embargo ajenos
a los pregoneros del miedo, al silbido de las serpientes, en vigilia, con
inspiración, airosos, benditos sin bendiciones, con un sombrero de plumas,
alegres, brindando al viento, ebrios de vida, saltando con agilidad la
arquitectura de los días, traduciendo las sílabas de la risa, eludiendo la
geografía de lo complejo, nadando en besos, deslizándonos en abrazos, casi
exultantes.
Que nadie sople
nuestros faroles, que nadie borre el camino escogido, que las nubes pasajeras
no nos impidan ver el rumbo marcado por las estrellas, que nada restrinja
nuestro gozo, que nadie nos prohíba la felicidad, los sueños, que nunca el
pasado nos siga, furtivo, recordándonos lo que no fue, lo de antes, que el
ahora nos colme, nos haga levantar la mirada, que el espejo nos mienta, nos
mime, nos ensalce.
Que la inocencia
siga en equilibrio, que no perdamos la voz espontánea, la piel erizada, el
sentimiento ahogándonos, oprimiéndonos la garganta ante lo bello, lo profundo,
lo que nos vuelve el alma del revés, todo aquello que apenas sabemos definir
pero que nos hiere de intensidad, de anhelo, que nos toca ahí dentro, en lo más
íntimo, allí donde ni siquiera nosotros mismos sabíamos que existía un
territorio.
Que no nos falte
el deseo como un lobo poderoso, ni el abrazo de nuestros amigos, ni los cantos
de sobremesa con una copa de vino en la mano, ni las ganas de pasar las
medianoches bajo un cielo negro, nuestro, hablando de caricias y halagos, de
amistad, deliciosa conversación del ahora, lo que somos, sin distraernos del
objetivo, que no baje el telón de la comedia, que sigan en el destierro los
cazadores de dramas.
No queremos sólo
esto sino todo, que la brújula señale siempre la primavera, que el crepúsculo
no se destiña con la lluvia, que la memoria se serene y amasemos las horas del
amor, demorándonos en gemidos y dulzura, que los olores de la niñez no se
pierdan, que los ojos de nuestra niñez no se apaguen, que esta hora, que este
día de hoy sea único, es el momento de continuar, llorando, luchando, riendo,
siendo, viviendo. Os abrazo.
1 comments :
Bello y emotivo, Pedro.
Depuremos memoria y deseo para "que esta hora, que este día de hoy sea único". Ojalá sea así el presente el espejo que nos engañe solo en apariencia. Sean la añoranza y la ilusión el marco del escenario que defina el entusiasmo del presente como "el momento de continuar".
Justamente como haces tú: uno de los escasísimos blogueros fiel durante 10 años por lo menos a este faro de tus letras.
Un fuerte abrazo.
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