la playa, mi escopeta y yo.
Aunque no está probado
científicamente dicen que algunos hombres con la edad se vuelven cascarrabias.
No es cierto.
Ayer, 8,30 H de la tarde, una
playa de 2 kilómetros que se va quedando vacía, la gente se va marchando, estoy
en mi toalla leyendo, nadie alrededor o a una distancia prudente, llega una
pareja y se sientan…adivinen, exacto, justamente a mi lado. Una playa vacía y
se sientan a medio metro (la madre que los parió).
Cualquier día, a cualquier hora,
una playa de 2 kilómetros, llena, cada uno a su bola, hay personas que cogen
conchas, normal, hay alguna personas que llenan un saco con conchas y se lo
llevan, no pueden con su peso ¿para que c. las querrán? (no puedo con esta
gente)
En el mismo punto geográfico del
párrafo anterior, la gente pasea, se baña, habla, esas cosas que se hacen en
una playa, llega una familia de madre, padre y tres hijos entre cuatro y doce
años, llevan reteles, cañas, aparejos, cubos y demás artes de pesca. Al de
cinco minutos llega otra familia de padres, hijos y cañas. Al de otros cinco
minutos otra familia igualmente pertrechada para la busca y captura de
cualquier animalillo que se menee sobre/entre unas rocas tan trilladas que es
prácticamente imposible que nada sobreviva a esas hordas depredadoras que no se
llevan las piedras porque no se pueden comer (de momento).
Esta mañana, en esa playa que les
digo, llego, me quito las alpargatas, piso la arena, camino unos pasos y un
perrazo negro se abalanza sobre mí con unos ladridos intimidadores que me dejan
así, detrás el dueño llamándole a gritos que me dice “no se preocupe, no muerde”,
no voy a transcribir lo que le he dicho y lo que he pensado porque no quiero
que piensen que soy un cascarrabias.
Estos son unos pocos ejemplos de
porqué cuando voy a la playa dejo la escopeta en casa (y no es por la edad).
1 comments :
Que risas! Eres un tipo simpático.
Publicar un comentario