El traductor de James Joyce
Al traductor de James Joyce el negocio le iba muy bien.
Lejos de amedrentarse por prejuicios, por el riesgo del ingente trabajo, llegó
a realizar tres revisiones de la obra Ulises. Se leyó entera la valiente
apertura de Salas Subirats, se recreó en la libertades poéticas de José
María Valverde y reconoció el mérito de adecuación a lo moderno del tándem
García Tortosa/Venegas. Con esos antecedentes tradujo las traducciones, efectuó
calas microtextuales, se involucró en las transgresiones, se definió en su
opinión sobre el dilema de Shleiermacher
y por último se puso por montera el libro abierto por la página 325 y clamó
“¡no va más!” justo antes de desaparecer por una trampilla camuflada en mitad
del escenario no sin antes quemar la edición de Planeta, la de Lumen y la de
Ediciones Cátedra, un pirómano joyciano. Vendió todo, lo suyo.
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