Dejen, dejen, no traduzcan estas líneas.
Naufragar en el patio, desoír la recomendación de los marineros
griegos, perder el rumbo en el propio portal, con murmullos de pájaros de domingo
en el balcón, con barcos atracados en el pasillo, costas de Ítaca en los
tendederos, arrojarse al agua desde un primer piso y salir goteando por las
escaleras como una muchacha fenicia de caderas magníficas, el agua remansándose
bajo la nariz, la boca abierta, cantando, traducir es una labor guerrera, la
hermosura de la batalla por ganar lectores que lean, que no solo vean, que no
solo escuchen la música, que vayan más allá de las fotografías y el color o el
no color. Colgarse boca bajo de una estrella y protestar, indignado en la
prosa. Me voy a comprar un kalashnikov.de segunda mano. Va por ustedes. Protéjanse.
0 comments :
Publicar un comentario