Me voy a casa.
Las
siete. No es cosa de esperar. Entro a la iglesia en el momento en que el
sacerdote hace la señal de la cruz: En el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Todos se ponen de pie, hay poca gente, no veo a ninguno de mis
amigos, tienen la costumbre de esperar fuera en los funerales, un exceso de
misas obligatorias en su infancia. Ha fallecido una señora de avanzada edad que en sus últimos años estuvo aquejada de Alzhéimer . No me pregunto para no tener que
responderme. Nos morimos.
Ocho
menos cuarto. Saludos y condolencias. Qué buena era. Las hijas lloran.
Aprovechando que no nos hemos muerto, vamos a tomar vinos por ese barrio. Al
cuarto hablamos más alto, de temas diversos, incluso alguno cuenta un chiste. Txomin
me hace confidencias de su padre, de cuando falleció, de lo que le echa en
falta. Juan me habla de su esposa. Carmen despelleja a su novio. Me siento
desplazado en ese ambiente y me despido.
Nueve
menos cinco. Hay fiesta, no sé, un santo, una Virgen, estamos llenos de santos
y de vírgenes. Por las calles hay un ambiente sano, primitivo, tribal, muchos
cantan y bailan, todos bebemos, coros en las bocacalles, txistularis,
tamborileros, dantzaris, gráciles señoras saltando jotas, señores con disfraz
de aldeanos, jóvenes mimetizados de sus abuelos, tasqueros haciendo el agosto
en julio. Excepto por los sorprendidos turistas que sacan fotos hasta a las
papeleras, las imágenes podrían pertenecer a principios del siglo pasado ¿Hemos
avanzado algo?, ¿había algo que avanzar?, ¿queremos avanzar? Tramposa nostalgia
de una Arcadia tallada en algunos ADN, ceguera de la diversidad, del mestizaje,
de lo diferente, todos somos diferentes, todos somos contradictorios, todos
somos únicos, todos somos iguales, en este momento la aparente alegría nos
iguala.
Me
voy a casa.
2 comments :
Suena el despertador. Desperezo. Bostezo para coger aire. Inhalamos vida. A tientas acertamos con el grifo. Agua que nos despabila. Café que nos impulsa. Nos ponemos el vestido que toca para la ocasión e iniciamos nuestro particular viaje hacia ninguna parte.
Socializamos. Buenos días (decimos, aunque esté cayendo un aguacero) ¿Qué tal todo?. Frase que nos invita a pensar. ¿Todo? ¿Quieres que te lo cuente todo, todo?. Habituados a la cortesía retórica, mecánicamente, abreviamos y contestamos con un bien o con un ufff. Y en esa onomatopeya nos explicamos.
¿Cómo estás tú?. Correspondemos. Pues mira para cargar un camión en este momento, con el calor, estoy fatal, pero oye si es para estar debajo de una palmera, estoy preparada. Es que depende. Todo depende. Nos miran con la ceja levantada y lees entre lineas su: ¿Y a mí que me importa? Pues no haber preguntado. Pues anda que tú.
Avanzamos circularmente, sin movernos y es que a veces (sólo a veces) barra (muchas veces) en nuestra utopía exclusiva, en casa, es donde (también)se está mejor. (guiño).
Besets!!
Maribel Gs tus comentarios, lo sabes, son un auténtico lujo. Muchas gracias.
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