Billetes reservados
Por fin, la televisión nos ha prometido
un fin de semana para soñar, tengo billetes reservados para la alegría, butaca
de patio fila uno, la tormenta parece que ha pasado, quedan las huellas del
oleaje, quedan las heridas del desamor, quedan mil escalones antes de llegar
a…, para llegar (no sé si suben o si bajan).
Me paro, miro hacia derecha e izquierda
antes de cruzar, hoy también quiero estar aquí pero, ya ves, no sé si tengo
demasiado que decir. Junto palabras para evitar el diván. Algún día lo contaré.
Es demasiado fuerte, que se decía antes. Antes es un tiempo lejano a partir de
una raya roja que separa. Ahora es un territorio anterior a luego. Luego no es
nada, no existe. Lo contaré, digo, es fuerte, decía, con impactantes escenas de
sexo, tórridas pasiones, violentos, gratos ejercicios amorosos, ay. En cuanto
tenga fuerzas lo escribiré, de momento me estoy curando las heridas. No sé
cuánto tiempo debo seguir mintiendo (me) para que me crea(n).
Es lo que tiene esto de escribir, te
metes tan dentro de la(s) historia(s) que llega un momento que te las crees.
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