Celia.
Habré tenido algún sueño… me levanto pensando en él. Qué tontería… Miro por la ventana y no veo árboles, ni coches, ni edificios, sólo le veo a él. Domingo. Pongo música. La apago. Todas las músicas suenan a canciones que oía con él. Siento sus manos tocándome. No debo pensar en eso, me hace daño. No le olvido, tantos años y no le olvido. Sus dedos rozándome. Seré imbécil. Tiene que haber algún método, no sé, como dejar de fumar, ya lo hice y mira que estaba enganchada. Sus labios recorriendo mi espalda. No, le decía. Aquel miedo absurdo, las advertencias de mi madre, el embarazo de Elisa y sin embargo, en mi interior, todo urgencia, ansiedad, deseo. No le olvido, tantos años y no le olvido. Tal vez le llame, me gustaría hablar con él, pero ¿qué le digo? Domingo. Hace un día precioso, iremos a comer fuera, a John le gusta salir los domingos. Me gustaría oírle de nuevo, reírnos como entonces. Quiero llamarle, decirle algo.
-Celia, ¿estás bien? -John ya se ha levantado y me mira- ¿en qué piensas?
No, le decía, pero en mi interior todo urgencia, ansiedad, deseo. ¡Mierda! ¿Por qué les hice caso? En cuanto John baje a por el periódico, le llamo.
(Versión de Celia.)
(Que es mejor que la mía, claro)
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