Mordisco.
No sé dónde vamos a parar que esto
es como comer cerezas en un cucurucho, tiras de una y salen cuatro, que voy a
una charla de Txani (Rodríguez) y habla de lo suyo (Agosto) y de Manuel Jabois,
entusiasmada, que voy a una cosa de la risa, lo de Juan Bas (el de "Pájaros quemados") y allí está,
sonriente, hablando, el Jabois, un maestro, que luego lees el Culo de Leila Guerreiro y
habla bien (creo, no lo sé fijo) de los periodistas para defenderles de los que
hablan mal (de los periodistas) que para mí está clarinete que muchos
periodistas hablan bien, incluso escriben bien y que comen y que saben y que es
una muy digna profesión y que, como en todos los lados, dependen (a veces,
muchas veces, demasiadas veces) del que paga, el que paga manda, se decía
antes, ahora ya no se dice, se sabe, es (muchas veces, demasiadas veces) y leo
prosas magníficas enredadas en “ay, cómo hemos cambiado”, que sí, todos tenemos
una hipoteca, unos plazos, un capricho de comer con alguien en el Mordisco mientras
el sol de diciembre calienta dulcemente a los turistas que en Barcelona se arremolinan frente a una Pedrera decorada por
un concejal al que no le gusta la Navidad (aaah) y a lo que íbamos, que las cerezas ya
no son lo que eran y que no saben cómo en tiempo normal, en mi casa, de niño,
se hablaba mucho del tiempo normal, he crecido entre añoranzas del tiempo
normal, un día pregunté sobre el año exacto de tanta normalidad y mi abuelo,
que en gloria esté, me miró como a un
marciano y dijo solemne “antes de la guerra, siempre estás en Babia”, los
periodistas, algunos periodistas, escriben bien, incluso muy bien, incluso en
Babia, firman con salero y acuden a clases de equilibrismo, de tercero de
funambulismo, de trucos de magia, mire usted, pienso así y digo/escribo asá,
que es más duro de pedir que de robar, oiga, lo entiendo, por eso he dejado de
comprar periódicos y me jode porque los crucigramas del País, por ejemplo, eran
buenos y lo de Forges y sabías qué peli daban en el Capitol pero ahora que han
tirado el Capitol no soporto leer crónicas mientras imagino al periodista
comiéndose un sapo en la cocina de su casa y me miro al espejo para comprobar
si ya se me ha quitado la cara de tonto (no) y el día 20 votaré para que todos
esos que escriben de puta madre (una expresión) puedan hacerlo sin el fétido aliento
en la nuca del que paga. Nos vemos en el Mordisco, que se mueran los feos qué cojones.
Manuel Jabois.
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