Del laberinto al treinta.
Nena, resulta que sacas lo mejor de mí y añades
una capa de cebolla y de resistencia al abandono que me hace sonreír, tú, tan bella
con esa chamarra roja, que podía acomplejarme con tus novios artistas o no
artistas, pijos y similares, tus experiencias, pensar que qué demonios hago
escribiéndote a kilómetros en este muro absurdo, poemas tontos y mensajes de
adolescente con corrientes de aire pero, reina, me gusta cuando tomo tu cara
entre mis manos y te beso tan dulce que se derriten mis labios cuando siento
tus gemidos, cuando entierras la cara entre las sábanas y entonces sé que
ninguna mujer en el mundo puede hacerme sentir lo que tú me haces sentir y
entonces saldría desnudo al balcón a contarlo a los turistas y a los que
tatúan, al encargado de las obras y al sereno de turno, amante, mi amante que
quiere un porcentaje de mí cercano a ese límite cuando la aguja vibra y parece
que la nave no podrá despegar, que sabes muy bien lo que quieres, cómo lo
quieres y esperas que yo, además de otras habilidades, sepa entrar en tu cabeza
como he entrado en tu cuerpo y en tu corazón y lea los renglones torcidos que
escribes con los dedos mojados en nuestra saliva, en nuestros fluidos, en
tantas palabras que nos decimos en el amor y que por mi parte sería incapaz de
repetirte cuando nos vestimos, como tampoco podría repetir mi paciencia cuando
no sé de dónde sopla el viento y si esto no será por o por y sin embargo sigo
calmado, te quiero igual, me remanso y te imagino, te abrazo desde lejos y
sorbo tus lágrimas en el teléfono y sé que en conciencia hago todo lo que puedo
hacer porque tu hoy es muy diferente al mío y no lo comparo, simplemente lo
constato, quizás somos demasiado jóvenes para estar de vuelta y sí, me molesta,
pero poco, tener que explicarte que te quiero así, a ti, como eres, con todo,
de serie, que no quiero en absoluto tomarme un descanso, qué idea tan absurda,
cuando uno llega al paraíso ya no quiere salir de él, que además me fio de ti
tanto que pondría una pistola cargada de celos en tus manos y apoyaría el cañón
en mi pecho para que dispares tus miedos, tu inseguridad, que no, qué, además
esto que he dicho es solo un prólogo de lo que realmente te quería decir que,
escucha, nuestra historia, nosotros, esta belleza de relación es muy literaria,
muy cinematográfica y que agradezco que me otorgues capacidad pero escribirla,
minuto a minuto, ahora que los trenes se han ido, que voy desde la Puerta de Alcalá
hasta el avión saliendo de Barajas y esto requiere tanto mimo, tanta distancia
que no podría ponerme a ello sin llenar el teclado de lágrimas, sinceras,
redondas, ¿no lo entiendes?, sería absurdo que te diga que no encontrarás a
nadie que te escriba de esta forma, que te ame como yo, bueno, sí, lo sé, podrías encontrar cientos de hombres más
apropiados para ti, pero seguro que hace muchísimo tiempo que nadie te ha
tratado con tanta dulzura, amado, follado como yo ¿entendido?, pues bien, me
corto tres dedos y certifico con mi sangre que no recuerdo haberme sentido tan
feliz con una mujer como contigo, haces que me sienta el hombre más importante
del mundo y eso es imposible fingirlo, actuar, no morirse de gusto, que te
quiero y quiero y quiero aunque jamás me casaré contigo. Te llamo luego.
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