Pájaro en mano (y ciento volando).
Teresa
Salgueiro cantaba en el pórtico y desde sus labios se movilizó la ternura,
trajo un río con peces luminosos y libélulas verdes que sorteaban los juncos de
las orillas. Ahí empezó la cosa.
La vida caminaba sobre zancos amarillos
entre geranios y azafrán. La suerte era un caballo trotando sobre una cinta sin
fin delante de una sábana donde se proyectaban viejas películas de Hopalong Cassidy en
cámara rápida.
Un
día disfruté de la hermosura de la traición, tú no sabes querer y
la puerta se cerró, me quedé en el quicio, sin apuro, sin tocar en la madera
leve, en la aldaba de bronce, en el corazón que corría y justo entonces se puso
a llover.
Hice
un voto de tinieblas y lo seguí con obstinación. En aquella soledad aprendí,
entre otras cosas, que las ecuaciones diferenciales tienen que ver con la
evolución de las estrellas y con la meteorología.
Thomas
Mann sostenía que el arte es moral cuando despierta la conciencia,
así se lo planteé al hada envenenada, aquella que utilizaba una varita mágica
estropeada, incapaz de convertirme en príncipe azul, continuidad en los parques
y en mi estado de batracio.
Mi
primer recuerdo es el de un niño que caminaba de la mano de su tía Marina,
bajando por las rampas de Uribitarte los gorriones volaban sobre los almacenes
de grano cercanos al puerto.
Mi
último recuerdo es este, tú sabes, que la vida es ahora y que como te dije corre
y corre sobre zancos amarillos entre geranios y azafrán.
Tanta
ambigüedad pretende ser un puente entre el caos literario y el orden que se
supone debo tener por mi edad, dignidad y gobierno.
Es
decir, lo de siempre.
Quizás
soy un refitolero, no lo sé. Escribo sin saber lo que escribo. Luego, un día,
me leo y sé. Es un milagro para un agnóstico que hizo los primeros viernes.
Mis abrazos y mi agradecimiento por estar ahí.
"La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente..." (Julio Cortázar.-."Manual de Instrucciones")
"
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