26.08.15
Nena, llueve y llueve y me baño en tu ombligo como un hombre pequeño que busca entrar en ti buscando los atajos y tu miedo a ser invadida, defensora de almenas en castillos imposibles, arponera en la proa de una barcaza que cabecea en este mar en el que nos ahogamos sin remedio, entre olas de ternura que nos zarandean, en la resaca del desafío de la distancia del horizonte, con tiburones blancos que rondan en espera de la fatiga, del desfallecimiento, de la mano sobresaliendo en espera de auxilio, no llegará, desiste, estamos solos, sin islas a la vista ni ballenas golpeando con su cola la superficie del mar oscuro, estamos juntos en un rincón de la paciencia y el recuerdo, prisioneros en cierto modo de la ansiedad de no vernos y basta, digo esto como un sacacorchos, como un desahogo, como un ejercicio absurdo y vacío, ahī fuera aúlla el viento y no es una frase hecha, bah, qué cosas hay que hacer para cambiar el sentido del destierro, la comprensión de lo que no hay. Hagan juego señoras y señores, apuesta rojo y par, nena, el verano se acaba, sin remedio y el invierno es muy largo. Paciencia.
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