jueves, 9 de octubre de 2014

Aquí había 10 cabras.

Cuando estoy triste sin saber por qué
estoy en el lugar al que no puedo ir
y estoy en el lugar
en el que estaba.

(Ko Un).


Marten de Vos. The Temptation of St. Anthony. 1591-94.

Léelo lento.

No quiero estar más tiempo sin ti, nena, no puedo.

El reloj de la pared es un puzzle por donde se filtra la tarde descorazonada. Me siento, recuerdo y escribo, escribo recuerdos, escribo e imagino recuerdos, imagino que escribo, recuerdo que escribo.

Este es un link, dentro de otro link que a su vez te invita a otro link y hay un pespunte de amor en los visillos.

Escribo, imagino, recuerdo, siento.

Siento, (me) miento y (me) escribo.

Vértigo de alturas. Escribo mentiras para calmar mi hambre, mi culpa, mi dolor, mi curiosidad, mi miedo, mi gozo, mi necesidad, para definir todo aquello que veo desde donde no se ve.

Dos chinos aplauden.

Imagino verdades para creer en lo que escribo, en lo que no vivo, para olvidar lo que viví, para construirme un ayer habitado, para soportar el desierto y poblarlo de oasis que muevo por los mapas, tribus trashumantes de emoción, caravana de camellos errando por los arenales de los lunes, tormentas de los viernes, aquella catástrofe que borró el mundo conocido, nuestro pequeño Gobi, la soledad.

Sonrío a mis errores, a la vacuidad de estos trabajos preñados de buena voluntad, tanta como fragilidad, contradicciones, nada, escritos de ida y vuelta, saltos de una ribera a otra, el mismo río, la misma lluvia, mezcla silvestre de colores, incluso de técnicas, hermetismo, silencio de los otros. Se me acaba de quebrar un ala. Estas líneas se entienden, son visibles las huellas, el rastro, demasiados referentes, no precisan una lectura entrenada. Por eso, ahora que el frío del invierno viene, te digo que eres la única razón de ser de esta esquina perdida en el viento.

Léeme lento.

No puedo estar más tiempo sin ti, nena, no quiero.

Todavía ahora me pregunto dónde está el camino de regreso a casa.




3 comments :

Encarna C dijo...

Escrito que deja a tú lector, touche!. Es divino...y dónde esta el camino de regreso a casa. Lo terminas con el sello de un broche. Gracias por leer esta profundidad escrita. Pedro

Pedro M. Martínez dijo...

Muchísimas gracias, Encarna C, tus comentarios me llenan de estímulo.

Corona de Berenice dijo...

¡Si yo pudiera o pudiese volver a casa, a mi casa!

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