De la 201 a la 809
Mi
amor, pasan de las diez pero para mí amanece ahora en esta casa silenciosa y
tranquila, contigo paseando por cada rincón de mi cabeza, de mis dedos que te tocaban, que seguían el
curso de tus venas, de mi lengua surcando tus pensamientos y tus suspiros, de
mi alma fundiéndose con la tuya, de nuestra paz de mentes, de nuestra guerra de
cuerpos, los dos ganábamos entre palabras encendidas y sudor, vasos derramando
el agua y las flores, almohadas mojadas y nuestras risas.
Ay,
en nuestros labios se quedó la teoría de ser otros, lo fuimos un tiempo, tarde
gloriosa de domingo sin angostura ni vermut, con tambores junto al río, con el
atardecer reflejado en el cristal, no había pájaros, nosotros éramos el poema y
la ternura se adhería a las paredes como enredaderas apasionadas.
Los
amantes adoptan rutinas curiosas, insisten con ahínco en el placer mutuo y en
eso estábamos, intercambiando caricias como los filatélicos cambian sellos
raros debajo de los arcos de la plaza Nueva, como adolescentes jugando al corro
solo por juntar sus manos, buscando con urgencia un punto ciego en el
Guggenheim para allí abrazarnos, escondiéndonos en los asientos traseros de tu
coche verde y de pronto llegó la noche.
Supimos
entonces que es una buena idea vivir, llorar en cada despedida, estar
desarmados en la distancia, atentos al otro, ser fiel a la palabra dada de
punta a punta del camino, querer hasta que duelan los músculos del alma,
esperar los círculos marcados en el calendario.
Todo
llega.
Santa María Francisca de las cinco llagas nos
bendiga.
2 comments :
Has nadado con fuerza, desde el principio al final del texto. Dejando un lazo de dulzura. La pintura es preciosa. Gracias por su lectura.
Encarna C soy mejor nadador que escritor, me deslizo por la corriente de la fantasía. Ya me gustaría poder realizar estas cosas que imagino. O así. Agradezco tus comentarios.
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