Analepsis
Analepsis
La analepsis (escena retrospectiva, flashback en inglés) es una técnica, utilizada
tanto en el cine y
la televisión como
en la literatura,
que altera la secuencia cronológica de la historia, conectando momentos
distintos y trasladando la acción al pasado. Se
utiliza con bastante frecuencia para recordar eventos o desarrollar más profundamente
el carácter de un personaje.
La analepsis es una vuelta repentina y rápida al pasado
del personaje,
diferente al racconto,
que es también un quiebre en el relato volviendo al pasado, pero este último no
es tan repentino y es más pausado en lo que se refiere a la velocidad del
relato.
En literatura El
ruido y la furia de William Faulkner, El jardinero fiel de John le Carré, El
camino de Miguel Delibes o Pedro Páramo,
de Juan
Rulfo son
ejemplos significativos. Un buen ejemplo en cinematografía es La Conquista del Honor (Banderas
de Nuestros Padres), de Clint Eastwood o
el Doctor
Zhivago de David Lean.
En series
de televisión pueden
tomarse como ejemplos Lost (Perdidos), Fringe, Once Upon a Time, Cold Case y Psych,
donde se utiliza este recurso para conocer con mayor precisión acontecimientos
del pasado de los protagonistas.
En resumen, de todo esto trato
aquí, de la melancolía pasajera y del erotismo permanente. Del cuerpo humano,
desnudo. De la mente vegetal, vestida. De lo absurdo de pasar los días asomados
en un balcón mientras el río de la vida corre por las calles con pleamar de
alcohol y navegantes solitarios con el barco encallado en el arenal de un
nombre, en la escollera de un tiempo pasado, en todo lo que no sea ahora, es
decir náufragos de sí mismo. No. De la vacuidad de lo terreno, de las riquezas,
de la existencia de Dios (¿?), de la conciencia consciente, de la fragilidad
del yo, de las contradicciones del arte literario, del mercadeo intelectual, de
la sórdida oscuridad que aceptamos con la mano doblada sobre la mejilla
izquierda, la mirada perdida, el problema 30.1 de Aristóteles, de la ruina del
cuerpo anciano y, sobre todo, de la hechicera que me cuenta mientras me ahogo
en sus ojos limpios, en su voz que enturbia mi arroyo de un solo pez, del descubrimiento
de su lado oscuro, de dejar la música sonar y perdernos en un bosque lujurioso
y hasta ahí podríamos llegar. Sí. Salgan por favor que voy a cerrar lo de hoy. Ya.
3 comments :
Hay un libro de Ricardo Menéndez Salmón, "Niños en el tiempo"... en donde en una de sus páginas, me pasó lo mismo que ahora aquí... de esto que lees, metida en la lectura pero dando por hecho que es ficción y la cabeza trastea entre esas dos aguas que son, el sentir cercano lo que lees y el ejercicio de mantener la mente fría, y sin embargo, quien escribe, parece manejar esas aguas y parece estar viéndote, mirándote mientras lo lees y zas! te hace un algo a base de palabras encadenadas que mezcla las aguas y por un instante piensas: este escritor acaba de colarse dentro, sabe que estoy leyéndolo y se sienta al lado...
Un respingo similar ha sido visualizar mientras te leía y zas! notar que tenía mi mano doblada en la mejilla izquierda, perdida la mirada si cabe en la lectura y las preguntas que de ella surgen, me surgen, en amplificar la longitud de onda para intentar captar...
Salgo, obediente, que pides que se salga... (pero bonito lugar para reabrir una librería con baraja metálica del pasado la de la imagen que tienes colocada arriba del todo... y allí, leer los ríos redactados en papel y mirar la calle y quién sabe, igual entra alguien y se toma un café y habla de libros leídos y se ejercita la analepsia... a veces rica, tan rica... de momentos especiales... y peces... y agua limpia...)
Un abrazo, Pedro
India, hoy sí que no sé qué decirte, no sé, dejo aquí los textos y alguien los lee. Cuando me parto el alma hay veces (muy pocas) que recibo un oh. Cuando trasteo la muleta delante del toro hay veces (pocas), que me piden vueltas al ruedo y me tiran claveles, ladrillos, botas de vino atadas con una cuerda y banderas, que me silban (nunca me tratan como a Jesulín). Cuando leo comentarios como el tuyo se me esponja el pecho, me miro al espejo y me digo ¿ves? y veo, me digo olé y doy vueltas de campana, cosas normales, volteretas, si me sigues tratando de usted voy a coger un avión hasta Jerez, de allí un burro, velocípedo, coche de pedales o vehículo similar, me planto en Cai y de ahí al cielo (al cielo con ella). Un abrazo de seda.
30.1/¿Por quá Aristóteles retomó el ejemplo del animal?
Aristóteles utiliza el mismo ejemplo, el del animal, para los sinónimos, después de haberlo
utilizado para los homónimos. No se molestó en encontrar otro ejemplo, sino que quizo indicar
con esto que el mismo nombre /puede designar diversas realidades tanto por homonimia (así
cuando animal designa a la vez al hombre real y a la estatua), como por sinonimia (como en el
caso del hombre y el buey). Cada una de esas dos realidades- el hombre y el buey —es en efecto
animal en virtud de una misma definición, pues cada una de las dos es una esencia animada
dotada de sensibilidad.
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