domingo, 20 de octubre de 2013

Domingo a las tres de la tarde.


El amor es tan lógico:

Todas las contradicciones se vuelven condiciones

y las proposiciones llegan antes

que la lógica: Te quiero porque es así.


Henrik Nordbrandt.



Era domingo, exactamente las tres de la tarde, justo cuando me empezaba a doler el estómago pensando en el trabajo del lunes, preparar los informes para la semana, los objetivos, soportar a tantos incompetentes, a mis superiores, guardar los poemas debajo de la almohada, los sueños, besar a Julia, vestirnos, siempre me acompañaba hasta la estación de autobuses, seguía siendo domingo pero algo me decía que no, tantos kilómetros, un ahogo en el alma, la ropa planchada, el libro que apenas podía leer, Julia, su sonrisa, su ternura, tanto viaje para tan poco tiempo juntos, el amor sin pausas en aquellos momentos felices de los domingos. 



Después, cuando se enteró mi mujer y entramos en aquel triste periodo de pleitos y lloros, de por qué me has engañado y mis mentiras y su perdón y ya nunca fue lo mismo, no volví a ver más a Julia pero los domingos, a las tres de la tarde, aún me empieza a doler el estómago.


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