Aburrimiento.
La lucha por la vida
Presiento que no soy el mejor yo
de todos los que quise ser y he sido.
He conocido otros más hermosos,
mejor amantes y mejor vividos.
-Todos, sin excepción, mucho más jóvenes,
prometedores y atractivos-.
No soy el mejor yo.
Pero, al menos, aguanto y sobrevivo.
Los demás, con sus sueños
-cansados, derrotados, aburridos-,
fueron cayendo
uno tras otro en el camino.
Javier Salvago.
No recuerdo cómo se llamaba, bebía.
Todos bebíamos.
Él se quedo en eso.
Caminaba por la calle dando tumbos, desastrado, hablando
solo, mirando al suelo.
Era una pena ver así a una persona tan
inteligente y tan echada a perder.
Su familia lo llevaba con resignación.
Durante mucho tiempo dejé de verle.
Aquel día estaba tomando con café con Eva en un
bar del Kasko, era al principio de nuestra relación.
Aún no nos habíamos acostado, intentaba poner en
juego todos mis recursos.
Hablaba de Rimbaud, de Jacques-Alain Miller, tatareaba algo de
Händel, Radamisto creo, de Crumb y de Vanesa Martín por ver si por ahí.
Pero nada.
Me tocaron el hombro. Me giré. No recuerdo como
se llamaba me miraba desde una cara arrasada, con ojeras, los labios trémulos,
una sonrisa tonta
–Hola, Pedro, te he reconocido por la voz, ¿me
recuerdas? – preguntó.
–Sí, hola, claro, tiempo sir verte –contesté,
con fastidio, me estaba estropeando la actuación.
La conversación, breve, siguió por lugares
comunes y terminó cuando me pidió dinero.
–¿Le conocías? – preguntó Eva…
Puedo continuar con esta
historia de hoy pero no me apetece.
Me paro porque este absurdo
empeño de estar aquí cada día me obliga a escribir sobre tantos temas que al
final ya no sé lo que me invento y lo que sucedió, lo que puedo dejar en el
blog o lo que no pasa el filtro.
Alguien que aprecia mi trabajo y
que me quiere bien me da consejos sobre cómo debo llevar la página o más bien
cómo debo administrarla. Me dice que insista en escribir, que lo deje reposar, que
lo organice, que lo pula, que no tenga la presión de venir cada día al balcón.
Estoy de acuerdo pero si me
bajo del tranvía igual nadie recordamos esta parada y me da miedo descarrilar o
que suba el revisor malo y me encuentre sin billete.
Pues eso, que me quedan ideas
pero desarrollarlas y terminarlas me lleva más tiempo del que dispongo.
Y hay días que me aburro.
No sé si…
Astronomer Edwin Hubble peers though the eyepiece of the 100-inch Hooker telescope at California’s Mt. Wilson Observatory. 1937
4 comments :
Ay, Pedro, mucho me temo que lo que necesitas es un comentario de tus lectores. Observo con asombro que ninguno hemos dejado ni rastro de nuestro paso, desde hace ya... ese tiempo. Y eso hay que remediarlo como sea. El mío:
"Déjate de chorradas y escribe de lo que más rabia te dé, o no, yo qué sé, pero no te compliques la vida con el qué: la verdad te hará libre".
Un besito.
Ya sabes la inspiración nos tiene que pillar trabajando... porque si viene cuando no estamos, se puede perder la ocasión y Mtu tiene mucha razón, si escribimos aquí, nos tienen que devolver algo de vez en cuando, si no, es como si hablamos a alguien que nunca expresa nada y nos mira todo el rato con cara de poker.
ánimo.
Mtu, comentarios de mis lectores (¿los tengo?) no estaría mal, pero me temo que necesito algo más. Sobre lo que escribo “que la verdad no te robe un buen titular”, pues eso, no creo que me desanime el silencio ni la apatía, más bien mis limitaciones y el querer decir a toda costa lo que no sé decir.
Agradezco tu aliento. Un beso.
claudia, estos son espacios sin normas, por eso lo acepto, trabajo para confirmarlo, forma parte, además, de un nuevo periodo de aprendizaje: la soledad.
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