Un error
No sé si sabes jugar al mus. Si
no sabes no te lo voy a explicar ahora pero quédate con que para jugar al mus hay
que saber mentir, poder conservar el rostro sin demostrar emociones.
Un suponer, estás de mano y te
quedan cuatro puntos para entrar, te reparten tres reyes y un as, jugada
ganadora pero tú como si nada, impertérrito, serio, a lo tuyo, profesional.
Pues bien, me ha entrado esa
jugada y me he reído.
He ganado, perdón, hemos ganado,
el mus se juega siempre en pareja (en pareja se hacen cosas muy interesantes)
pero me molesta la falta de contención
Tantas partidas triunfadoras y
fallo como un principiante.
Un momento, me flagelo un rato
y vuelvo.
(Unas horas después)
Ya flagelado hay un momento en
la vida de un hombre, etcétera, un momento para y otros momentos para, hay
momentos en el los que uno no está para nada y otros en los que está para todo,
momentos vacíos de pájaros de Jerusalén, llenos de comensales del silencio,
tres envido a mayor, vestido de amarillo limón, comiéndome vocales y miedo,
incertidumbre, urdimbre de futuro enroscado en el cuenco del que brotan
bailarines con vestidos estampados con flores del cerezos del Jerte, paso a chica,
poemas de Sophía de Mello Breyner
En el punto donde silencio y soledad
Se cruzan con la noche y con el frío,
Esperé como quien espera en vano,
Tan nítido y preciso era el vacío.
Se cruzan con la noche y con el frío,
Esperé como quien espera en vano,
Tan nítido y preciso era el vacío.
en la enramada de a media voz (gracias a Graciela Henao
Londoño, descanse en paz), que ahora podía dejar el link pero ¿para qué?, no llevo pares, colecciono piedras de tantas
riberas, cantos rodados que pinto de amarillo y señores con grandes narices y
nado desnudo en el frío mar gallego y me dejo mecer por las olas sin vestigios
del Prestige o sí o el camino de regreso a los cálidos brazos de las ausentes,
una encrucijada de vientos, de puntos cardinales, de luz que ilumina este inicio
de primavera y tengo juego y órdago, treinta y uno de mano.
Sin embargo…
Si
todo el ser al viento abandonamos
Y sin miedo ni compasión nos destruimos,
Si morirnos en aquello que sentimos
Y podemos cantar, es porque estamos
Al desnudo, el propio dolor meciendo en sangre
Frente a las madrugadas del amor.
Cuando la mañana brille otra vez floreceremos
Y el alma beberá ese esplendor
Prometido en las formas que perdemos.
Y sin miedo ni compasión nos destruimos,
Si morirnos en aquello que sentimos
Y podemos cantar, es porque estamos
Al desnudo, el propio dolor meciendo en sangre
Frente a las madrugadas del amor.
Cuando la mañana brille otra vez floreceremos
Y el alma beberá ese esplendor
Prometido en las formas que perdemos.
(Versión de Diana Bellessi)
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