Contar historias.
En realidad lo que quiero es contar historias que distraigan, que llenen los ojos de colores brillantes, que hagan reír, que hagan olvidar a quién lee, quién y cómo las escribe. Cuentos sin protagonistas identificados, sin personajes identificables, de países lejanos, de sentimientos que no duelan, de paisajes sin nombre.
Escojo las palabras con cuidado, las selecciono como un espigador, trato de encontrar aquellas que lleven por calles inundadas de sol, por ríos deslizándose perezosamente en el atardecer, por búhos blancos volando dentro de un bosque en la noche de la mente.
Pero es inútil, solo sé escribir de lo que siento, de lo que me baila en el alma, de los fantasmas que no me dejan mirar a otro lado, de esa mirada, mirando.
Siempre termino contando el mismo cuento: la Bella Durmiente.
Y sé que no despertará.
Jamás.
4 comments :
La Preciosa Rosa.
Según Ch.Perrault, el primero que recogió "La bella durmiente" de la oralidad popular:
"(...)-¿Sois vos, Príncipe mío? -le dijo ella-. Os habéis hecho esperar mucho tiempo.
El príncipe, atraído por estas palabras y, más aún, por la forma en que habían sido dichas, le aseguró que la amaba más que a sí mismo. Sus razones resultaron desordenadas, pero por eso gustaron más a la princesa. Poca elocuencia y mucho amor. Estaba más confundido que ella, y no era para menos; la princesa había tenido tiempo de soñar en lo que tendría que decirle, pues parece (la historia, sin embargo, no dice nada de esto) que el hada buena, durante tan largo sueño, le había procurado el placer de tener sueños agradables.
En fin, hacía cuatro horas que hablaban y no se habían dicho ni de la mitad de las cosas que tenían que decirse(...)."
Pero de este cuento hace cientos de años. A lo mejor, ya no quedan príncipes con más amor que elocuencia y, sobre todo, con ganas de charlar durante, al menos, las cuatro horas que dice el cuento.
No es que no te crea, si dices que no despertará es una posibilidad más.
Pero tengo que oponerme rotundamente a esto. No me puedo identificar con el príncipe, y no será por la de veces que lo he intentado, no me ha quedado más narices que acabar siendo una ella. Todavía no he encontrado al señor que espere dormido a que yo llegue, quietecito, impoluto, joven y hermoso.
Así que lo de no despertar jamás y permanecer exenta de hacer locuras ¡ni de coña vamos! A ver cómo lo cuentas pero quiero despertarme con el beso del príncipe (si es Barba Roja mejor) y comer perdices como una descosida, lo que va del beso a la perdiz te lo dejo a ti que lo cuentas mejor.
Un beso con abrazo incluido
Glup!! No consigo arreglar el puzzle, será que soy ambidestra, y es lo que tiene.
Siempre sugerente, y los comentaristas, a tu par.
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