miércoles, 21 de enero de 2009

De Roma a Burdeos.



Sobre los riesgos de una eventual subida de los niveles de nostalgia y su influencia en la salud mental.

Ah! cchi nun vede sta parte de monno
Nun za nnemmanco pe cche ccosa è nnato.
(G. G. Belli.)

Los últimos estudios en individuos de mediana edad demuestran un acusado rebrote de altos índices nostálgicos. La proliferación de reuniones periódicas de grupos de personas, afines o no, así lo demuestran, pero no solo eso. En efecto, después de analizar con detenimiento las reacciones epidérmicas y sentimentales de los asistentes a estos eventos hemos comprobado con sorpresa e inquietud un exagerado aumento de preguntas elementales dirigidas a sí mismos y a terceros.

Nuestro trabajo está encaminado a evitar esa confrontación fatal entre lo que es y lo que pudo haber sido, entre lo que no es y lo que fue. Se han dado episodios de evocación extrema, sequedad de garganta, casos de desprendimiento de recuerdos incrustados durante años, taquicardias, intentos de acercamientos corporales, alopecia, insomnio, calor en las sienes, incluso alcoholismo moderado y leve consumo de estupefacientes.

Durante el tiempo transcurrido entre Roma y Burdeos hemos realizado una serie de experimentos, básicamente con espejos, por la frialdad del material y por su sinceridad: dolía. Los hemos tapado con recuerdos que nosotros mismos hemos deformado y era más llevadero: dolía menos. Incluso nos hemos mentido a propósito y así los miércoles son tranquilos y los meses más cortos. Por su nula influencia en las estadísticas finales hemos desechado las pruebas e intentos de relaciones sexuales; de producirse se reflejarían en trabajos futuros.

Entre otras, hemos llegado con sorpresa a la conclusión siguiente: el tiempo, el implacable, el que pasó, solo una huella triste nos dejó. Esto, que podría ser el estribillo de una canción, que hasta puede que lo sea, nos instala en un escenario nuevo, es decir, que lo que es, es, y no hay más.
Dado lo anterior y, sin normas ni obligaciones, nos parece recomendable acudir puntualmente a estas reuniones, a la cita anual con el ginecólogo, con el dentista, con el que te mira la próstata, con todos esos amigos/as que estaban cuando estabas, con los/as que están ahora, aún, a pesar del tiempo transcurrido, o por eso.

Se aconseja, por último, no perder de vista que está pasando la vida y lo sabemos.

Abrazos.

(La siguiente en Berlín)



"C’est un trou de verdure où chante une rivière,
Accrochant follement aux herbes des haillons
D’argent ; où le soleil, de la montagne fière,
Luit : c’est un petit val qui mousse de rayons."

Arthur Rimbaud


(Dibujos: Sergio Mora)


20 comments :

Nikté dijo...

Después de lo leído, solo me viene a la mente algo que me dijo un día una amiga: y es que hay que saber decir adiós.

Por supuesto, siempre queda, la nostalgia de lo perdido.

La entrada última de De Cenizas, es maravillosa, vengo con resaca de allí.
Estalló la primavera Pedro, en ese lugar.

Te beso

Anónimo dijo...

Au temps de ma jeunesse

Au temps de ma jeunesse, harmonieuse lyre,
Comme l'eau sous les fleurs, ainsi chantait ta voix ;
Et maintenant, hélas ! C'est un sombre délire :
Tes cordes en vibrant ensanglantent mes doigts.

Le calme ruisselet traversé de lumière
Reflète les oiseaux et le ciel de l'été,
Ô lyre, mais de l'eau qui va creusant la pierre
Au fond d'un antre noir, plus forte est la beauté.

JEAN MOREAS

En el tiempo de mi juventud, armoniosa lira,
Como el agua bajo las flores, así cantaba tu voz.
Y ahora, ay, eres un sobrío delirio:
Tus cuerdas al vibrar ensangrientan mis dedos.

Y no sigo más, la nostalgia me destroza.(Anonim@ 2)

Anónimo dijo...

La nostalgia en los indivíduos de mediana edad me parece lógica, ya que es cuando te das cuenta de lo que has perdido en tu viaje por la vida, porque lo que has ganado te parece normal.
¡Qué habrá pasado entre Roma y Burdeos!
Sin perder de vista que está pasando la vida... por eso los meses pasan tan rápidos.
Un abrazo.

ana p. dijo...

Totalmente de acuerdo con Nikté, hay que saber decir adiós, pero también gracias por lo vivido, lo aprendido, lo compartido... Mi mediana edad es también nostálgica, y me pregunto si el pasado reviste de luz momentos que en su presente no lo fueron tanto. Si este animal de anticuario en el que el tiempo nos convierte genera imágenes imprecisas y poco realistas de la vida que fue.
En el ahora sólo queda el es... y que se suba al carro todo el que quiera. Los que bajaron en paradas de nombre pérdida, olvido, distancia, decepción, causas inexplicables, dejaron su huella en quiénes somos y sólo por eso merecen ser recordados y honrados.
Un beso sin nostalgia Pedriño

Margot dijo...

Hoy leía no sé qué acerca de las expectativas y como éstas, a medida que envejecemos, disminuyen (el presente del futuro cuando estamos sumergidos en ellas, o algo así era)... enlazando con tu escrito: a menos expectativas, más nostalgias, o más pajas mentales con todo, me digo yo... jeje. (El presente es presente y pa que más)

Me encantan tus textos sarcásticos-festivos. Ese sentido del humor tan puñetero y certero...

Besos con risas (y días)

Eria.. dijo...

Si es que la canción de Sabina... hizo mucho daño jejeje. Besitos varios.

Pedro M. Martínez dijo...

Querida Nikté, por tu corta edad y candor es posible que no conozcas a un cantante invidente llamado José Feliciano.
Pues bien, este buen hombre cantaba –entre otras cosas- una canción que decía “para decir adiós solo tienes que decirlo”.
Pues eso.
Nostalgias a nosotros, ja, somos tan duros que no entra en nuestros proyectos.
El muerto al hoyo y el vivo al bollo.

Sí, el poema recitado de De Cenizas es francamente bueno, muy conseguido, es un artista ese chaval. Le aprecio, ya ves tú.
Y a ti, lindura.
Muchos besos, flor bella.

Pedro M. Martínez dijo...

Ay, Anonim@ 2, no te suponía yo estas debilidades sentimentales, este desfallecer nostálgico, este destrozo emocional, este gusto francés tan armonioso y simbólico. Tú, una mujer dura, endurecida en la cruenta batalla del desamor.
Se lleva uno cada sorpresa…
Gracias por el poema (impresionante, sí)

Pedro M. Martínez dijo...

sk8 han pasado años, reina, varios.
Y amores, desamores, crueles desengaños, viajes, personas, alegrías, muertes, tantas cosas que ya solo pienso en qué llevaré a Berlín.
La vida pasa, sí, vivámosla a fondo.
Un abrazo después del beso, o a la vez.

Pedro M. Martínez dijo...

ana p, quizás mi torpe ironía no ha sabido transmitir mis intenciones.
Sin embargo tu comentario es preciso y precioso. Gracias.
La nostalgia en dosis (muy) pequeñas es soportable pero el ahora es el que manda. Y si no lo sabemos, si lo vestimos de ayer, mal vamos.
Mi ahora me lleva tan en volandas que no tengo tiempo para ayeres.
Beso de ahora mismo, a estrenar.

Pedro M. Martínez dijo...

Margot, procuro alternar las esencias del hoy, gotas de ayer, aromas del futuro -¿has leído mis textos de ciencia ficción?- y golosinas ajenas.
No sé si sale ni, la verdad, me importa.
Sé que sumo y me salen las cuentas.
Todo para tus ojitos (que me vuelven loco, que me vuelven loco)
Te voy a besar los dedos de los pies pero que no se enfade tu Paco.

Pedro M. Martínez dijo...

Me va usté a perdonar doña Eria.., me gusta Sabina, pero no sé – así, de pronto- a qué canción se refiere.
Besos salvajes.

Eria.. dijo...

Calle melancolía...

Pedro M. Martínez dijo...

Cierto Eria

Calle Melancolia

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser Primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.
Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.
Vivo en el número siete .....

gaia07 dijo...

Pues esto es lo que hay, es cierto. Todo lo que pensamos que podría ocurrir y no ocurrió, no es.

Puede que no venga a cuento pero me has hecho recordar algo que leí de Cioran buscando libros en la biblioteca:
“Estaba hecho para existir antes de mi nacimiento y después de mi muerte, pero no durante mi existencia.”
“Queda la resignación al futuro, a sorpresas que no lo son, a calamidades que pretenden ser insólitas”
Emile Michel Cioran

Algunos lo consideran pesimista, a mi me parece todo lo contrario (ya sabemos que a veces es difícil entenderme, pero ahí queda eso)

Te abrazo con la misma sensación que cuando tienes un libro inestimable en tus manos y lo tratas con todo el cariño del mundo.

Shandy dijo...

¿ Por qué tiene tan mala prensa la nostalgia, la melancolía o la saudade? a mí me parecen hasta literariamente productivas. Las entiendo como estados de ánimo que sobrevienen en algún momento, y me gusta disfrutar de ellos. A mí me gusta sentir nostalgia, me siento bien en la melancolía... Pero no me impiden vivir el presente ni pienso que cualquier tiemp pasado fue mejor. El tiempo pasado tuvo de todo, aunque suelo recordar lo mejor, mi memoria en eso es selectiva. Pero no volvería a etapas anteriores, ni a la infancia, ni a la adoslencencia, ni a la primera juventud. Me quedaría en ésta ( y a pocos días de cumplir un año más).
Besos ( sí, sí debo carta y llegará)

Pedro M. Martínez dijo...

Sí, gaia07, Cioran decía cosas muy curiosas
Los días no adquieren sabor hasta que uno escapa a la obligación de tener un destino.
Y se quedaba tan fresco el hombre.
Y es que hay cosas que ocurrieron que definen las que ahora (no) ocurren.
La única originalidad del amor es que hace la felicidad indistinta de la desdicha.
Te abrazo como solo un libro sabe abrazar a una mujer (como tú)

Pedro M. Martínez dijo...

Que me registren Shandy, solo he dejado mi post pretendiendo que sea poético y que guste. A mí me gustó, ya ves.
Yo también me quedo con esta época de ahora (no he encontrado entradas para la máquina del tiempo)
Besos y no debes nada (a mí al menos)

Shandy dijo...

Pedro, y a mi también me gustó tu texto. Pero una reflexiona sobre lo que tú escribes y sobre los comentarios, y acaba saliendo el Yo.
Y a mi me gusta pensar que te debo carta. A ver si piensas que es por no ofrecer desayuno, jajaja ( y completo, para dos, con zumo y mermeladas). Paradela está aquí al lado.

Pedro M. Martínez dijo...

Felicidades Shandy (es un día de estos tu cumpleaños ¿no?)
Lo del desayuno lo tenía claro, claro (mermelada de grosellas ¿tienes?)
En Paradela conozco a Mercedes (la de O Foilebar ) un cielo de mujer, su marido es un gran conversador.
Y la carta escríbela ya, anda.
Un beso

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