Metonimia de la sospecha. (1)
recurrir al recurso del silencio
cuando ya no quedaban palabras por aquí.
(José Manuel Caballero Bonald)
Scherezade corre por los largos pasillos del palacio con el cordel de la imaginación enredado en los tobillos. Abre puertas, mira detrás de las cortinas, busca la historia que salve su vida esta noche. Sus pupilas están dilatadas por la belladona. La atropina y el miedo aceleran su ritmo cardiaco, teme el hacha del verdugo. Cierro corchetes de un tiempo invisible cuando en la mesa del jardín se posaban insectos de obsidiana y los tigres husmeaban el olor de las gacelas sobre las hojas mustias de otros días. Hay que encontrar el cuento que nos salve esta noche, que redima la doble mirada de nostalgia y futuro, con tristezas de agua detenida, con risas amarillas, con las horas volando sobre los nueve números que llevan a la voz de la ausencia. La voz como pretexto para llegar al ombligo y desde ahí al alma cautiva. Es decir la experiencia desvistiéndose de lo irremediable, de lo apocalíptico, de los bosques de pesadillas mientras con dedos de saqueador guardo debajo de la alfombra el descubrimiento de que John Dewey mantenía una concepción enteramente dinámica de la persona, que proponía la reconstrucción de las prácticas morales y sociales, también de las creencias. El travelling del vuelo sobre la playa en invierno lo he sacado de Fellini aunque el fragor del mar, el viento roto y las gaviotas estaban ahí antes de Nino Rota, antes de Laga.
(sigue)
14 comments :
Cada noche un cuento que nos salve.
Esperanzador pero terrible.
Aunque ya no queden palabras por aquí, como dice Caballero Bonald.
Abrazos
ybris ¿qué tal tu nieto?¿y su madre? (y el feliz padre, claro).
Oye, Caballero Bonald dirá lo que quiera, pero en mi caso me sobran palabras para regalar cada día.
Y cariño (bien entendido)
¿Ves? Un abrazo.
Hoy tus verdugos seguimos adorándote… aunque no se si te gustaría más acabar tomando un vinito con cada uno (yo me pido la última jeje), como castigo a un día sin tus palabras, tus historias o tus cosas. Besos, mientras espero que continúe el “sigue”
Pedro de mi corassao, ays, le digo a todos que no tengo tiempo, que voy como una liebre pero siempre termino robándo minutos a la mañana para el placer y es que no, no puedo evitar venir hasta aqui porque se que me iré con algo, siempre con algo y a veces con todo.
Desde esa fotografía inicial que me evoca ese album de cromos que tenía hace yo no se cuanto, hasta esos silencios en los que me veo pero no por fata de palabras-aqui hago un inciso acompañado de suspiritos- sino por desidia o tal vez porque ellas siempre llegan por la noche y necesito dormir y eso hago,sacrificando.
Sheresade y tu, buena mezcolanza.
Cuentanos un cuento, uno que no le hayas contado a nadie.
Y para no ser tan asquerosamente agradable te llamare Petardo, jajajajaja
Muackssssssssss
" La voz como pretexto para llegar al ombligo...".
De allí me nace, das siempre en el clavo.
Lo pasaríamos bien gaia07, vinito aquí, vinito allá, hablando de esto y aquello, riéndonos.
La vida es muy bonita.
Ocurre que para unos es más bonita que para otros.
Hoy leo en la prensa local que uno de cada cuatro bilbaínos roza el umbral de la pobreza.
Y tiemblo en esta sociedad de aparente opulencia.
Querida Nikté, pues para el placer procuro siempre robar minutos (incluso horas)(días)(¡años!).
Los cuentos que cuento aquí no se los he contado a nadie (al oído).
Y este petardo está dispuesto a todo.
Llámame.
Besos, Mya.
a-escena, te lo confieso, a veces me da rabia ser tan educadito.
Se me ocurren cosas malévolas, endiabladas, cuando leo algunos comentarios.
Tengo que atarme la lengua con tres candados para refrenarme.
Y es que uno es de naturaleza pícara y mezcla peras con manzanas con suma facilidad.
(Vamos, casi siempre)
Me ha gustado tu comentario, guapa.
Gracias.
Oh!!!. Me he cortado, te lo prometo. Gracias por lo de guapa.
Tímida a-escena, no era esa mi intención.
Al contrario.
Pero te sientan bien esas mejillas coloradas.
Guapa otra vez.
Ummm y sigue...
Ummm y Caballero Bonald...
Ummm y más ummmmm!
Todos vivimos con un pie en el bienestar y con el otro en la indigencia, aunque no solemos pensar en ello.
La vida no es bonita, nosotros la hacemos bonita.
Yo tiemblo cada día cuando llego a casa destrozada, cabreada y despotricando contra el duro trabajo, por conseguir que el pie que tengo en el bienestar no acompañe al otro en la indigencia.
Si, y aún así rebusco en la basura de esa “aparente opulencia”, como si tuviera el síndrome de Diógenes, para almacenar en mi alma cualquier resquicio de alegría que pueda encontrar, y la transmito si, sin significar por ello que no sea capaz de sufrir que medio mundo se muere de hambre y de frío.
¡¡¡Margot!!!, ya ¿y el beso?
Ummm...
Me ha gustado este comentario gaia07, me ha gustado.
Gracias.
Me ocurre lo mismo.
Creo que hay que mirar más alrededor y menos al ombligo.
Te abrazo con mucho cariño.
Publicar un comentario