Qué bonito, todo
Fabienne Verdier
Invadido por ejércitos de miradas, en batalla, Parker clausura su intimidad, corre las cortinas del yo y el silencio se adueña de los sueños que reposan al abrigo de la tapia.
Se ha agotado el aljibe y se bebe la luna, dibuja en el aire una silueta perdida al oeste, comparte el final de esos asuntos, aquel planeta triste.
Está hablando de sexo, hoy también.
Insiste en aquel amor furtivo al principio del verano, en lo fugaz, en las señales del cuerpo tendido, en la dulzura escondida en el vértice, allí donde siempre.
Nadie le avisó que esto era así, el destierro, la pena insumergible, la distancia de lo que fue, la súplica, la mentira, el engaño, nunca me han amado como tú me has amado. Jo, qué bonito todo. Mierda.
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