viernes, 6 de septiembre de 2024

Yuma

 




Run Of The Arrow (1957) aquí la titularon Yuma, con un Rod Steiger que nunca me ha gustado (a pesar de su Oscar en 1967), con una Sara Montiel que siempre me ha gustado (a pesar de la penosa imagen que dio en sus últimos años) y un Charles Bronson (hijo de inmigrantes lituanos) haciendo de indio descolorido. En esta película hay también un niño indio sordomudo que tiene la fatalidad de caer en las típicas arenas movedizas (pobre, no contaré si se salva). No quería hablar de eso, voy a la metáfora, esta mañana mientras caminaba, (caminar cada día da para mucho), pensaba en los muchos años en los que caí en las arenas movedizas de facturaciones, nóminas, contabilidades, producciones varias y los polígonos, joder, que me estaba llegando la marea hasta el cielo del paladar y he aquí que se me apareció el ángel de la guarda y me salvé.

Camino al lado, junto, entre seres humanos que antes eran invisibles, es un milagro, ahora las veo, las calles están llenas de personas que van y vienen. Soy una de esas personas y miro, huelo, escucho, siento, hablo, disfruto de la libertad, descubro patos bajo el puente del paseo de los Caños, gaviotas lejos del mar, perros con y sin collar, gatos en los solares, ancianos en los parques, niños con sus abuelos, señoras tomando interminables cafés, ejecutivos prisioneros de su corbata, señoritas que rompen las aceras, estudiantes que se ríen, repartidores acosados por las multas de aparcamiento y el tremendo etcétera de la ciudad.

Cómo puede ser que antes no viese nada de eso, increíble, algo tendrá que ver la operación. El caso es que sigo teniendo ombligo.       

2 comments :

Beauséant dijo...

Así es, la vida es eso que se nos escapa mientras nos ahogamos entre facturas... solemos descubrirlo demasiado tarde, algunas personas ni tan siquiera lo descubren.

Se salva, ¿no?, en esas películas el niño siempre se salvaba, así las recuerdo al menos.

Pedro M. Martínez dijo...

Ahora que lo dices Beauséant, el niño no se salva nunca, el niño es una metáfora de la vida, el niño que ha estado a punto de ser engullido por las arenas movedizas (otra metáfora) no se recompone, queda preso del agobio, del trauma. Pobres niños.
(En otra red social en la que participo compartí un poema de niños no estimulados por sus padres, al contrario, esos pobres chavales que escuchan a diario “no sirves para nada” o “nunca llegarás a nada“ o “eres un inútil”. Para mi sorpresa, triste, muchas personas dijeron que esa era su vida. Ay.

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