Acuclillados en lo oscuro.
Eh, la luna se ha convertido en un pez dorado que ondula en el estanque del deseo.
Contrasta la placidez de la cara visible con las alteraciones en lo oculto, el sacrificio en el otro lado.
Qué paradoja denominar otro lado a ese callejón con astronautas acuclillados en lo oscuro.
Por momentos la luna es ese pez gris que boquea sobre las tablas del embarcadero, las serenatas de amor se pudren en el hielo.
Los astronautas pintan flores y árboles en las paredes de la nave, se aburren ahora que han cesado de brotar salamandras de sus llagas.
En la casa de Irene se han tapiado las ventanas en previsión a las anunciadas tormentas de arena del plenilunio, los visitantes se atan a las mesas y la luz golpea en el techo cuando los anuncios interrumpen los programas y se pasean por el fondo amarillo de la espera.
No hace falta añadir más, estoy seguro que no llegarán.
2 comments :
ya sabes, en la vida hay que prepararse para lo peor y esperar lo mejor... no, seguro que no llegarán.
Beauséant, eso me temo. Están los astronautas muy entretenidos como para recordar que tiene que volver. Hay gente que aunque vuelva no vuelven. Y entre tú y yo, creo que no estoy preparado para esperar lo peor. Un problema, tendré un problema.
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