El creador
Todos necesitamos ser mirados. Con el paso de los años, la persona no necesita la protección de un niño, pero sí la mirada del otro, esa que confirma nuestra presencia.
El ansia de ser mirado, reconocido, entronca con la ambición de que nuestra
existencia cobre una calidad que pudiéramos llamar sólida. Necesitamos ese otro
que nos diga: existes.
Un apoyo que no precisan los montes ni los mares, ni tan siquiera parecen
necesitarlo esos seres a los que llamamos inferiores.
Algunos comentan que el combustible del creador es la vocación y el puro
reconocimiento. Bourdieu nos dice que “aunque los campos del arte y la ciencia
tienen características diferentes, ambos se caracterizan por un lógica según la
cual la competencia por cierta forma de capital simbólico (prestigio artístico
o científico) prima sobre la búsqueda de beneficios económicos o privilegios
políticos”.
El prestigio, esa necesidad de reconocimiento, puede parecernos un deseo
bastardo, y no por ser innoble, sino por simbolizar una calidad inferior a
otros valores morales.
El campo de comunicación del escritor, del pensador, del creador en
general, podría reducirse al círculo de sus allegados, pero no es ese su fin:
la inmediatez le desazona (como fruto que cae del árbol, no quiere que sus
obras se pudran).
Porque el creador autónomo –como el árbol que da frutos– pide el
reconocimiento de sus obras, y no tanto una mirada dirigida a él mismo, a sus
ramas o a su tronco. Pero si, una vez conseguido el reconocimiento, su obra se
expande por canales comerciales, sus pretensiones a menudo se corrompen, y
puede embargarle la sensación de que la persona es la reconocida –y pagada–, y
no sus productos simbólicos.
Mientras que si el profundo deseo del creador autónomo es lograr
comunicarse a través de sus ideas, de sus palabras, imágenes o notas, no le
importarán los beneficios sociales ni económicos, ni el éxito personal. Sólo le
mantendrá en pie su deseo de poder hablar a otros, lograr ser escuchado por
otros sin perder una distancia que le protege.
Un deseo que se superpone a esa su íntima necesidad de poner en palabras u
obras sus hallazgos, emociones o ideas.
María Luisa Balda
1 comments :
Muy interesante lo que expone María luisa Balda!
En mayor o menor medida, lo reconozcamos o no, todos necesitamos del "otro", de esa palabra/vision/aliento/ reciprocidad/detalle o lo que fuere...
y mas en el ambito de la comunicacion donde se supone que salimos de la comodidad de nuestra casa para exponer algo de lo que sentimos/pensamos/vivimos/imaginamos/inventamos, etc.
Besossssssssss y feliz noche!
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