Caminando en la niebla interior
Éramos nosotros.
No demasiados.
Al menos al principio.
You've Got To Hide Your Love Away.
Nos escondíamos en la noche de historias del West Side chasqueando los dedos para ahuyentar el miedo y la distancia al viático, a las casullas moradas, a la jerarquía, a la memoria de lo que aun no habíamos vivido.
Los tríceps marcados definían un status superior, deportistas en un mundo de mus, rondas de vino riojano y juramentos.
Como contraste, para distinguirnos bebíamos ginebra en unos vasos anchos con tres hielos, no nos gustaba pero nos daba un aire insumergible de ingleses impostores con pájaros alrededor del sombrero y una embriaguez altiva.
No conocíamos himnos, quizás el you'll never walk alone que nadie nos tradujo, que nos erizaba el vello de los muslos.
Nunca caminarás solo.
Pienso esto en un paisaje antes del amanecer, camino acompasando la respiración, a veces me detengo a escuchar los pájaros, a ver la luna que se resiste a desaparecer, hace frío y todo está lejos, tomo una fotografía de esto y aquello, me gusta el sonido de mis pasos en la hierba, criss, criss, criss.
Recuerdo momentos de hace mucho.
Pero no quiero pensar más que en el ahora.
Sigo caminando.
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