Mujeres en la ventana
Sigo con el empeño
de escribir cada día, con esta expresión ágil, si es que alguna vez ha sido
airosa, alegre y no el actual arrastrase
por los días simulando, trampeando y aun así con damas acodadas en la ventana
(Cuadro: Mujeres en la ventana, de Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682)) echando flores a los
viandantes o recriminando el exceso de imágenes pintureras, que agito el
magnolio, que para escribir hay que sufrir (Yo creo que no se
debe sufrir en ninguna profesión y que hay que intentar evitarlo. Lo que sí
debe tener un artista es una mayor sensibilidad para ser capaz de llegar al
otro con las cosas que dice, escribe o pinta.- Luz Casal) y resulta que estoy en un periodo de alegría que casi me sonroja en
medio de este estado de pesimismo generalizado con predicciones apocalípticas
en lo económico y negros nubarrones que, mire usted, el verano pasado en una playa
de Galicia (qué maravilla Galicia y sus gentes) con esculturales señoras
tendidas al sol, niños jugando y gritando, monumentales señoritas en bikini
paseando por la orilla, panzudos y pacíficos señores leyendo el periódico bajo
una sombrilla, atléticos jóvenes jugando a pala, al vóley, un servidor sumido
en los pensamientos de quién soy, dónde voy, de dónde vengo, en esa playa,
digo, también pensaba si no será eso la vida, vivir, disfrutar del sol y el
agua, el rumor del viento, la ausencia de obligaciones, cifras de venta, la
comida preparada en la mesa, las hipotecas pagadas, alguien que te rasque la
espalda, que disfrute y se ría contigo en una cama, en el tejado, contra una
pared o yo qué sé, eso, que algo más se ha sumado a mi estado de felicidad, tengo
amigos, tantos, están ahí y me parece normal, pero uno de estos días el sentido
de la amistad ha crecido y he tomado absoluta conciencia, me llaman, me invitan
a comer, hablamos, nos sentimos, es hermoso, con todo esto no me sale escribir,
me horado una oreja, sufro un poco y enseguida vuelvo a desarrollar textos con
tragedias y desamores, guapas/os, gracias. También a las dos damas en la
ventana.
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