Parker y la ternura
…fue tierno, quizás demasiado. Hasta entonces, en
estas cosas del amor carnal lo sentimental estaba excluido. Las mujeres que
pasaban por su cama eran directas, con urgencias, resueltas, sabían. Con ella
fue diferente, tanto que al principio se sintió tímido, avergonzado, sus
cuerpos unidos tenían algo de fraternal, pura ternura. Había deseo, sí, pero
creciendo desde una mirada resbalando por la piel, cálida, blanca, tan suave,
hasta los susurros. Era natural esa desnudez compartida. Abrazados, se movían apenas,
se paraban, se contraían, aceleraban, se besaban, se acariciaban como si eso
fuera lo único posible en la delicadeza de amarse de esa manera, así. En un
momento, ella se puso a horcajadas sobre él, moviéndose despacio, tan despacio
que se mordía los labios para no demostrar su intenso placer. Cuando llegó el
orgasmo abrió la boca y musitó su nombre como si fuera la primera vez. Parker tomó
su cara con manos temblorosas y vio un rostro de niña que sonreía, entonces
lloró…
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