En el agua salta un sí.
Es hora de volver al levante, a los
pinares, mañana se va, lo ha decidido, demasiado tiempo en tierra de nadie, detrás queda
un bello tiempo de sobresaltos, lleno de júbilo, también de dolor.
Deja
sobre todo la línea trazada desde los brazos de una mujer hasta el horizonte
donde nadan sumisos cachalotes en el embelesado paisaje de ondas repetidas bajo
el aire quieto.
La
tripulación se ha reunido en el puente, se escuchan algunos llantos, preparan
los pañuelos, ensayan gestos de adioses tristes, se esconden en la proa, saben
que estarán solos, aún más solos.
Sin
ruido el barco zarpa, él se queda en el puerto, mareado, confuso, sin la más
mínima idea de donde le llevarán sus pasos.
En
el agua salta un sí.
Sí.
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