Sé que lo sabe
Monjas sofocando el incendio de mi ateo corazón.
Sé que lo sabe. Aunque esté dormido el búho y la muchedumbre grite en su borrachera envidiosa. Mucho más ahora que hay otro par de zapatillas debajo de su cama y la mermelada de arándanos dura la mitad en su mesa.
No hay engaño, no hay truco de manos hábiles, es lo que es, jamás ha visto un colibrí, jamás ha jadeado bajo el peso del amor y las apuestas están tres a uno. Ojalá pierdan esos cabrones.
Saben de nosotros los que nos conocen y los que dicen que nos conocen, por eso hago ejercicios con los dedos, incluso con el que me corté con un cuchillo de cocina*. Que se preparen.
Sé que lo sabe. Leo este párrafo de Paradiso
y empiezo las sumas y el desahogo, me mezclo con los que leen y escucho sus voces de ceremonia, infundo, refundo, confundo, me sustento de voces y hoy saldré a ver árboles de Navidad por los grandes almacenes a los largo de carreteras atestadas de coches. Os lo cuento a la vuelta (a ella no, que sé que lo sabe, lo sabe todo)
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