Aigee E sigue en París.
Eclipse, Paris. - Plaza de la Bastilla en dirección de la
rue Saint-Antoine. 1912 Foto: Eugène Atget
Una lluvia estética cae sobre París y Aigee E aún duerme enroscado como una fruta oscura sobre una cama blanda, alguien deja sal junto a su agujero y espera que el aliento de esos erizos que caen detrás de la ventana aligeren el paso y se produzca el milagro, Fátima, Lourdes, vírgenes sobre árboles o zarzas, damas que brillan y condenan el comunismo y enseñan las tripas de la mentira, océanos de trigo y le falta la respiración desde que Goldman Sachs enseña que la verdad nos hará libres y verdes, propensos al incendio y dejarnos la mandíbula larga, una moda absurda por otra parte, que mejor era lo del odio y los orgasmos no consentidos, ya ves tú, qué manía, le daba apuro gozar en su presencia, somos tantos que la singularidad es un bien escaso, salto sin red, que nunca tuvo tropilla siempre ha montado en ajeno, Cafrune, tantos nombres que es mejor hacerse agujeros en las sienes y dejar circular por la cabeza la cultura, la estética, la propensión a la depresión (hoy estamos aquí y mañana quién sabe).
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