Seductora
Me miraba a los ojos tan cerca que casi podía leer sus pensamientos.
Mejor no, mejor no leerlos, mejor no saber qué podría esperar aquella mujer de un tipo tan feo como yo, que me había quitado las gafas y apenas distinguía sus facciones, que me sentía embriagado por su turbadora presencia, que no sabía qué hacer con las manos y estaba sudando como un pollo mientras ella seguía con un dedo cada una de las rayas blancas de mi camisa.
No recordaba cuando había estado antes así, a tan poca distancia de una señora tan femenina, tan estupenda, tan Chanel.
Me susurraba, apenas podía entender qué decía, adiviné algo así como vamos, chato o no puedo más, rey.
Estaba empezando a marearme, aquello no le podía estar pasando a un hombre tan corriente como un servidor.
Jorge, te deseo, vámonos a la cama –me dijo.
Perdone, no soy Jorge, me llamo José Antonio –repliqué.
Coño, pero ¿tú no eres ese de la bonoloto, el que ha salido en el periódico? –preguntó.
No, soy electricista y trabajo en la Naval –dije, azorado.
Y se marchó, sin más, sin mirar atrás, dejándome con la camisa empapada, con la frente marchita* con alteraciones en la entrepierna, desorientado, desasistido, acomplejado, desubicado, con la moral por los suelos. **
Fui a casa y me duché con agua fría, más de media hora.
Joder, no somos nada.
Joder, no somos nada.
* (…las nieves del tiempo platearon mi sien)
** Tanto que me la pisé.
2 comments :
Ni nadie.
"Y en pelotas menos", que decía un amigo mal hablado pero sabio (y contrahecho, pero esto no lo comentes)
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