Sobre los pretextos.
El pretexto es dejar aquí cada día un texto pero usted sabe que eso no es cierto. O no del todo.
El texto que comparto es apenas un umbral, algo cifrado, lo que no, una frontera entre lo que pienso y lo que usted lee.
Algunas veces he dejado lo que siento, con disfraz, codificado pero descifrable con facilidad, se veía lo accesorio y lo que no. Nadie ha levantado una ceja, ni la mano, ni ha pasado su brazo sobre mis hombros de hombre herido.
Hay un principio, uno deja lo que quiere y alguien, quizás, lee lo que le parece oportuno. No hay mucho que decir, no hay misterios, no hay límites entre el mundo más allá de las montañas y este de alrededor, no hay una aduana donde te sellen el pasaporte, ni ríos, tampoco hay un parapeto con soldados emboscados, o sí. Estos son momentos de la vida cotidiana modificados para hacer de ellos una aventura, lo que no es. O sí.
El pretexto es compartir, del punto de desvío del hecho a lo dicho, buscando la sorpresa, la no repetición, citas, fragmentos, instantes, una mirada, una noche, el miedo, la furia, el estremecimiento, música, un mapa de una tierra imaginaria en el que se distingan calles conocidas, aquella plaza, la fuente, los pájaros no, esos volaron, tanto ha volado, despareció, no está excepto en lo que escribo ¿alguna vez estuvo?
Para terminar (es que se me ha ido el santo al cielo, no me concentro) la cuestión no es lo que digas sino cómo lo digas.
Estas cosas y otras las digo así (en este Glup 2.0 desde febrero del 2007)
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