Berlín. Ursula von Kardorff /
Nada de lo que diga podrá ser utilizado en mi contra, un clavel entre los dientes, la luz disolviéndose en el patio, los sauces en silencio, esta lluvia de diciembre, un te quiero en el vaho sobre el espejo del cuarto de baño, escribiendo al azar para despertar en un sueño con jazmines, los ojos de Marie, mirándome, ay, si ella supiera..
El humor también se hizo eco de las imágenes grotescas, y en ocasiones casi surrealistas, de la época. La construcción antiaérea más extensa de Berlín era el búnker del Zoo, una fortaleza gigantesca de hormigón armado del período totalitario, dotada de baterías de cañones en el tejado y enormes refugios en su interior, en los que se hacinaban multitudes de berlineses al sonido de las sirenas. La periodista Ursula von Kardorff lo describió “como el decorado perfecto para la escena de la cárcel de Fidelio”. Mientras tanto, las parejas de enamorados se abrazaban en las escaleras de caracol de hormigón como si participaran en una “burda parodia de un baile de disfraces” (Antony Beevor - Berlin, La Caida 1945)
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