Me lees.
Sé que me lees, desde el
impenetrable refugio de tu silencio, me lees. Quizás no cada día –siempre
atareada, entregada, tan ocupada-, pero sí todo lo que aquí dejo.
Me lees con un poso de cobardía,
algo culpable, emboscada, oculta detrás del velo de tu respetable
determinación/obstinación. Deploras mi actividad –tú, tan seria, inflexible,
tan recta-, lo sé, lo dijiste, me lo escribiste, te parece obsceno.
Pero me lees. No me añoras, también
lo sé, ya no, me lees como otro, como a otro, lo entiendo. Aún así vuelves
cuando encuentras un momento libre en tu apretada agenda, tan llena de tus
letras como hormigas, tan repleta de citas, de personas que te esperan.
También sé que me lees con mirada
feroz, con ojos críticos, no te gusta nada, no encuentras aciertos, piensas que
todo lo bello ya te lo dije a ti, que me repito, que es un ejercicio inútil.
No es cierto –cierto es que te
dediqué lo más bello-, no lo es del todo –cierto es que me inspirabas como una
musa infalible, inagotable-, ya que ahora escribo sobre temas diferentes,
juego, intento, exploro, estoy suelto, libre, me divierto, disfruto. ¿Qué te
creías?
He salido de la celda de mí mismo y
me estimula saber que, en silencio, me lees. Que sepas que lo sé.
El resto tú te lo pierdes.
2 comments :
Así suele pasar, nos pierden...Más pierden los que se fueron. Tienen lo más grande y se les escurre de las manos. Psicólogia falta. No me perdí esta lectura. Una que sabe! Gracias. * Un saludo a los anónimos. Anónimos son.
Encarna C , claro ellos se lo pierden. No solo falta psicología, sobra miedo y entrega y amor. Sé que tú sabes. Gracias a ti.
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