jueves, 26 de septiembre de 2013

Wittgenstein 1.



El acto creativo mantiene la vida, es un baile lascivo ante la cruel muerte.

Llueve, hay gorriones en una ventana simulada, los espectadores entran con lentitud, dejan los paraguas goteando sobre la madera del vestíbulo, se sientan sin dejar de hablar.

Solo en el escenario, el Actor se lleva un dedo a los labios y recita: “los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo *.

Los espectadores hablan y hablan, miran a todos los lados menos al escenario, uno solo, alguien entre las sombras del fondo de la sala, aplaude.

Después todos se van.

Al terminar la sesión, con el alma alborotada el Actor espera la pálida tarde, el preludio de las horas transitadas por hombres con problemas de melancolía, es el momento para mezclarse con aquellos qué como él arrastran su dolor entre alcohol y risas fingidas.

Lo de ayer, lo de hoy.

*Wittgenstein (Tractatus (5.6)



Ludwig Josef Johann Wittgenstein (Viena, Austria, 26 de abril de 1889 — Cambridge, Reino Unido, 29 de abril de 1951) fue un filósofo y lingüista austríaco, posteriormente nacionalizado británico. En vida publicó solamente un libro: el Tractatus logico-philosophicus, que influyó en gran medida a los positivistas lógicos del Círculo de Viena, movimiento del que nunca se consideró miembro. Tiempo después, el Tractatus fue severamente criticado por el propio Wittgenstein en Los cuadernos azul y marrón y en sus Investigaciones filosóficas, ambas obras póstumas. Fue discípulo de Bertrand Russell en el Trinity College de Cambridge, donde más tarde también él llegó a ser profesor. Murió cerca de Elizabeth Anscombe, quien se encargó de que recibiera los auxilios de la Iglesia

4 comments :

Magnolio dijo...


No es verdad, esos no son los límites. Me recuerda a alguien que dice que si lo tienes aqui (se señala la cabeza)lo tienes aquí, y se señala la lengua. Lo dice ella que es casi tan buena oradora como Wittgenstein con sus aforismos.

Pero si pienso con palabras, entonces ¿qué ocurren cuando faltan? Y me responde otro filósofo: si no pienso no existo.

No, me digo, cuando pienso es cuando menos siento, contemplo, medito... porque "de lo que no puedes hablar, mejor callar" que también lo dijo Wittgenstein.



zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

A mí la frase de Wittgenstein me gusta mucho y me parece muy certera. Es llamativo cuando oyes a alguien hablar de algo que no conoces, que no forma parte de tu vida (por ejemplo, a un mecánico que habla sobre piezas y dispositivos de máquinas con una terminología que no entiendes; o a un científico especialista en células madre...) (es sólo por poner ejemplos de materias que no controlo en absoluto)... Pues bien, aunque hablen en tu idioma, realmente es como si te hablaran en otra lengua, porque no captas "ni flowers".

Pedro M. Martínez dijo...

Magnolio, solo puedo decir que por mi parte no me callo ni debajo del agua. Al menos aquí.
Recuerdo a una pareja de cantantes de flamenco (no diré sus nombres). Él decía que se complementaban de aquí (se señalaba la cabeza), de aquí (se señalaba el corazón) y de aquí (se señalaba debajo del ombligo).

Pedro M. Martínez dijo...

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.), cuánto daño ha hecho a mi capacidad de expresión el tener una educación estricta, amplia y contenida. Por ejemplo de células madre no tengo ni idea, de tornillos sé algo, del noble arte del pugilismo tengo nociones y siempre me queda ese regusto amargo de por esa educación de la que hablaba (maldita educación) no haber dado a alguien una ostia en el momento adecuado (en sentido metafórico, claro).

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