Edward John Gregory - Boulter’s Lock, Sunday afternoon (1895)

lunes, 23 de abril de 2007

Soirées privées (1)

Esta hora no es tiempo; sólo existe el pasado
y algunos rostros invisibles.

(Gamoneda)

Cuando después de una cena de trabajo Julia elogió mis ojos, comprendí que me había hecho viejo, demasiado mayor para aventuras románticas. Tienes una mirada muy limpia -me dijo-. Y supe que debía cambiar de conversación, evitar el tono confidencial o acabaría haciendo el ridículo. Me acerqué a un grupo que hablaba de fútbol y procuré olvidarme de idilios absurdos, imposibles además como acababa de comprobar.


Regresé a casa caminando para despejar mi cabeza alterada por el licor de manzana. Estaba contento, hablaba solo, sonreía. Miré mi reflejo en los escaparates de la Gran Vía, me estaba cargando de hombros, encorvando, realmente ya no soy un hombre joven. Siempre he presumido de estar fuerte. Tantos años practicando deporte me han permitido conservarme en una buena forma física. Pero desde el verano no he vuelto a correr y ya no voy a la piscina, lo noté mientras subía las escaleras.

Al cerrar la puerta recordé que Carmen también había ido de cena. Con sus amigas, me dijo. Me puse el pijama y me senté a leer cerca de la ventana. Estaba desvelado, no llegué a dos páginas, no podía concentrarme ¿dónde estaría esta mujer?.

Carmen es catorce años más joven que yo. Esto no ha sido nunca un problema entre nosotros pero, últimamente, nuestras relaciones se han enfriado. Me refiero al sexo. Es curioso, ahora que nuestro hijo ya no vive con nosotros podríamos tener más intimidad, pero no. Además creo que soy yo el que pongo excusas, ella jamás lo ha rehusado, al contrario.

Desde que cambió de empresa Carmen viaja, no demasiados días al mes, pero si los suficientes como para que me sienta abandonado. Antes me dedicaba otra atención y temo que esté más entretenida trabajando que en mi compañía.

Es cierto que cada día me apetece menos salir de casa, me aburren nuestras amistades. En general nos reunimos con las amigas de ella y sus parejas, no logro conectar, demasiado jóvenes para mi, los encuentro con poca experiencia, han vivido poco. Prefiero quedarme en mi despacho escribiendo, leyendo o escuchando música. Los domingos por la mañana me gusta ir a pasear por el monte; Carmen nunca me acompaña, antes lo hacía.

Y no acaba de llegar. No me dijo en que restaurante iban a cenar. Son ya las tres ¿dónde estará? Espero que no le haya pasado nada.

Debo reconocer que el miedo ha entrado a mi vida. Me preocupan situaciones que antes asumía de forma más natural, más llevadera. Quisiera comentar esto con algún amigo pero temo que no me comprendan. Además debo mantener mi imagen autosuficiente, mi fama de...¿cuál es mi fama?. Me siento frustrado pensando que he mantenido una fachada, que he perdido disfrutarme tal como soy por disfrazarme de otro, banal, gracioso, hueco, trivial.


¿Estará con otro hombre? No, no lo creo. Carmen es una mujer decidida, si estuviera enamorada de otro se iría con él, sin dudarlo. Y no creo que ceda al capricho de una noche. Entonces ¿con quién está ahora?

(Termina mañana)




Aquí: Fred Astaire.

22 comments :

ybris dijo...

Me detengo ante la espléndida ola que te introduce y caigo en Gamoneda como quien conoce bien esas horas que no son tiempo sino un pasado borroso difícil de identificar.
Leo tu relato con interés -también aquí uno es propenso a traslaciones- y me quedo pendiente de su final.
Mientras tanto trato de convencerme de que tengo que moverme más si quiero seguir desde Villafranca del Bierzo hasta O Cebreiro.

Abrazos hasta mañana.

Pedro M. Martínez dijo...

Ybris, quizás nos encontremos en ese trayecto -duro, como sabes-, la subida a O Cebreiro es tan costosa como apasionante (es el punto del camino donde más disfruté).
El relato...mañana lo termino, (el asesino no es el mayordomo, te lo aviso).
Abrazos y gracias, siempre gracias.

Anónimo dijo...

Un relato estupendo pedro, sincero y muy comprensible, creo que es un fiel reflejo de lo que sucede mucho por este mundo de soledades compartidas.
Un beso, me ha encantado

Margot dijo...

Es curioso, esta mañana camino al trabajo venía dando vueltas a un post sobre Gamoneda y la experiencia... me hace gracia cuando al leer un post encuentro referencias pensadas ese mismo día. Creo que es lo más divertido de los blogs, palabrita!!

Egocéntrica que es una, cachis!!

Pero seguiré a Carmen mañana...

Dátil dijo...

Pedro mi amor. Tengo el móvil de Lucifer ¿Lo quieres?
(jijijijijijjiji)
Te quiero tío!!!!
pd. Me muero por el próximo capitulo era?
(me ando partiendo de la risa)
;)

Pedro M. Martínez dijo...

calma, calma, aún no ha terminado.
Mañana me cuentas.
Mientras tanto, gracias.
Un beso

Pedro M. Martínez dijo...

Bella Margot, ese ombligo...
Sí.
Gamoneda nos gusta a muchos.
Otros dicen... ¿mande?
Así.

Pedro M. Martínez dijo...

Mi admirada Coblenza, gracias pero ya lo tengo (hablamos a menudo. A veces de ti)
El próximo capítulo es revelador.
Y no te rías que está escrito en tragedia.

Rosenrod dijo...

Qué mejor manera de introducir una duda tan profunda que los versos siempre limpios de Gamoneda...

Un saludo!

Anónimo dijo...

Según pasan los años, engordan los fantasmas... y, sencillamente, aumentan las distancias entre un@ y el mundo, porque nos vamos haciendo viej@s como él, y él siempre quiere sobrevivir.

Ya lo dijo Celaya, porque los hombres tienen vocación de fantasmas...

Misántropo dijo...

Yo soy de los que dicen ¿ein? a Gamoneda; pero todo tiene solución en esta vida.

Por lo demás, prefiero esperar a ver cómo sales del jardín. Prometer, promete.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Como dice Mi capitána...Si cerca de tu biblioteca tienes un jardín, no te faltará nada.

Ciceron
Eso mismo me pasa al leerte que me lleno de tus jardines...

Tempus fugit dijo...

Y entonces viene el "gracioso" de turno y te dice que la edad es sólo una cifra,y que la juventud está en el corazón.... y no sé que chorradas más ...
Pero los 74 no te los quita nadie, ¿verdad? jajajaja

Un abrazo, chaval¡¡¡

Pedro M. Martínez dijo...

Rosenrod, eso pensé.
Gamoneda es complejo pero intenso. Un lujo.

Pedro M. Martínez dijo...

suigeneris, según pasan los años engordan las personas y algunas no caben por esa puerta, pero lo que vale es lo de dentro (de las personas).
Ahí vamos.

Pedro M. Martínez dijo...

Misántropo, saldré bien, de puntillas pero bien.
Y si hay que saltar, se salta.
Estoy preparado incluso para saltos mortales de espalda con doble tirabuzón.
Abrazos.

Pedro M. Martínez dijo...

Scheherazade, Mi capitana y Ciceron, cuanto sabéis los tres.
Y estos jardines están en riego permanente.
O me estoy metiendo en jardines que no.
Me salgo.
Un beso. Muchas gracias. Eres muuuy amable.

Pedro M. Martínez dijo...

De cenizas, no, hombre, no, el de mi cuento tiene menos.
No me chafes la historia, leches, que esto no se escribe así como así.
Bueno, tú ya sabes. Anciano.
Ay.
Un abrazo, campeón.

Unknown dijo...

esa juventud que se va y no regresa? o si? jajaja!

Pedro , siepre leerte por primera vez o rellerte me lleva a la reflexión , al gozo o al pensamientos intimista, tan de ti.

Un beso amigo!

La maternidad sigue ahora en los meses mas pesados.. ya te platicare!

Anónimo dijo...

Qué jodidos son los celos, caray.

Pedro M. Martínez dijo...

Piel, deseo que tu embarazo vaya muy bien.
Ánimo, os queda ya muy poco.
Gracias por tus palabras.
Un beso, eres un madre muy guapa.

Pedro M. Martínez dijo...

noemi, dicen que reflejan inseguridad.
No estoy seguro de eso (o no del todo)
Pero sí, son jodidos (pregúntale al de mi cuento)

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