Parker está escuchando “Lovers of the sun”
de Jayhawks, bonita, con coros y eso. Aunque
es hombre puede hacer dos cosas a la vez y también lee a Jo Nesbø (se
pronuncia juːˈnɛsbø), un escritor
noruego de novela negra, con un estilo original, crudo, que engancha. Pero,
atención, sobre todo está pensando en Ella, imaginando qué hará o qué no hará. Esa
mujer vive en una tierra en la que hace mucho calor, en la de él también pero
no tanto. Parker mira el mapa de la península y justo el borde superior tiene
un color más claro, ventaja de vivir junto a un mar que se enfada enseguida a
nada que sople el viento o lo de las corrientes submarinas, también lo del
Neptuno irascible, una suerte ¿no?. El caso es que es sábado (me parece, ¿sí?, este
hombre no sabe ni en qué día vive) y siguen separados, pero solo por los miles
de kilómetros, aunque su cabeza está aquí (sabía que la había dejado en algún
sitio) su corazón está ahí, con ella. Le manda un imaginario beso con los dedos
mientras sale a correr entre la insólita brisa de julio.
Dos días después –la distancia, tú sabes- llega
a los labios de Ella. A buenas horas, Ella ya tiene otro novio, Parker está en
la inopia.
Lea El
gran momento de Mary Tribune. No es una novedad editorial. No está de moda.
No habla de ella ningún periódico. No se encuentra en la mayoría de las
librerías y hay que encargarla. Tiene ochocientas páginas. Da igual. No pierda
un minuto en este blog. Abandónelo. Márchese. Adquiera ese libro y olvídese de
todo, de su trabajo, de su familia, de que tiene que hacer la comida…
Chorradas. No serán tan importantes esas cuestiones de vida o muerte, supongo,
al lado de comprender que lo que está pasando hoy en este país es sólo lo que
pasó anteayer, hace treinta años, hace un siglo… En menos de un mes se
cumplirán veinte años de la muerte de Juan García Hortelano, y como sabe, aquí
se regresa a los autores muertos no tanto porque tengan cosas interesantes que
mostrarnos, precisamente a pesar de estar muertos, como porque den pie a
celebrar una efemérides. Nos gustan las cifras redondas. Es una manía incurable.
No importa. Lo importante es que usted lea El gran momento de Mary
Tribune, y punto.
El narrador
de esta novela relata la irrupción en su vida, una noche tonta, como tantas, de
Mary Tribune, una norteamericana excéntrica y millonaria. En ese momento
comienza un descenso, en espiral, hacia una vida vacía, repetitiva, en la que
el círculo de amigos del narrador y la protagonista viven en el abismo, de
fiesta en fiesta, como si siempre fuese la última noche y no hubiese más
esperanza que la bebida. La historia semeja trivial: horas de trabajo en la
oficina, juergas, sexo, pasiones, controversias bobaliconas, whiskys, criadas.
En general, mucha bebida. Se trata de un elemento dominante en la narrativa de
Hortelano. Cada vez que sacaba nueva novela, Juan Benet siempre
le preguntaba: «¿Esta vez ganan las duchas o los whiskys? Porque hay que
ver la cantidad de duchas y whiskys que toman tus personajes…»
Pero la vida se esconde justo detrás
de eso. García Hortelano, mientras detalla los días del narrador de la mano de
Mary Tribune y sus amigos, no hace sino mostrarnos los sueños de gente
acomodada en un país lleno de calamidades. Estamos en la España franquista.
Pero de alguna manera, si conseguimos leer el libro por la parte trasera,
también estamos en la España actual, por cómo se retrata la desolación de la
sociedad mientras individuos con el sustento asegurado se preocupan sólo de
tener los vasos llenos.
El gran
momento de Mary Tribune nos habla de la vida desesperada, del amor desesperado, de los sueños
desesperados, donde todo huye y se pierde para siempre, empezando por los
sueños, el amor, la vida. Bajo las horas de un oficinista, sus borracheras, su
vida disoluta, en fin, está la definición de nuestros tiempos. El mundo está en
una fase en la que todo se diluye, suprime, recorta. Vivimos una gran
confusión, efecto de una gran resaca, y no entendemos nada, salvo que debajo
estamos los de las calamidades, y ahí arriba, inmunes a la hecatombe, los de la
fiesta perpetua. Por eso se impone leer a García Hortelano, y dejarse de
hostias.
Con Mary
Tribune nos ofreció el mejor de sí incluso. Era 1972. Lo bueno había comenzado
a darlo antes, con Nuevas amistades. Aquello fue en 1959. Acababa
de ganar el premio Biblioteca Breve. Arrancado del anonimato con un telegrama,
llegó al aeropuerto de Mallorca para asistir a la ceremonia vestido con un
traje a rayas oscuro, cuello de la camisa almidonado, corbata triste y bigote
espeso. En las escaleras del avión esperaba por él Carlos Barral, que al
contemplarlo, comentó asustadísimo con López Pacheco: «Creo que le hemos dado
el premio a un guardia civil». Algunos años después, García Hortelano le
concedía parte de razón a Barral. «Yo siempre tuve una pinta infame. En cambio,
cuando aquel día de 1959 vi a Carlos en el aeropuerto, él ni siquiera me
pareció un editor, tenía la camisa abierta, unas cadenas de oro, estaba moreno…
A mí, en realidad, me pareció un legionario». Insisto, abandone este blog.
Llame a su librería. Déjele a la familia una nota manuscrita. Comprenderá a la
primera de que va este asunto.
Érase una vez una princesa que vivía en un
reino donde no se ponía el sol. Bueno, quizás se ponía pero siempre le pillaba
dormida y no se enteraba de la luna ni de las estrellas fugaces. Mirándolo bien
esto puede ser bueno, ver lo que quieres ver, una opción, una selección de los
fenómenos naturales.
No quiero empezar el cuento por el final ni
llenarlo de spoilers pero, entre nosotros, la princesa había veces que se hacía
la dormida y entre las pestañas era capaz de distinguir la Vía Láctea, Ganimedes
y los cuartos menguantes. Lo que quiero decir es que la princesa lo era por
tradición pero no se chupaba el dedo excepto algunas noches en las que no podía
dormir.
A lo que íbamos. El reino ese que hemos dicho
era de colores, de todos los colores, una especie de muestrario interminable de
Pantone. Estuve allí una vez y pude comprobarlo, una pasada. La princesa iba
del amarillo pistacho al 19-1664 en un tris tras, no era caprichosa pero sí
selectiva y sabía lo que quería aunque a veces quería lo que otros querían y
así no hay manera de gestionar un catálogo.
Lo que sigue no es para infantes, tápenles
los ojos y los oídos si tienen alguno cerca, métanles al cuarto de las escobas,
un ratito, lo cuento y ya.
Resulta que sobre el reino de colores
apareció una nube. Parece que va a llover –pensó la princesa, que nunca
veía los telediarios y no se enteraba de las predicciones meteorológicas.
Y
así, tipi tapa, la nube empezó a crecer, negra, tóxica, radioactiva, maligna, creció
y desencantó el castillo, a la princesa y diluyó todos los colores.
Parecía que se acababa el cuento, no, la nube
sigue creciendo pero en algún momento tendrá que parar, digo yo.
La princesa está en un balcón intentando ver
el horizonte entre la bruma.
La princesa está desencantada pero le cantan
los juglares, hay un pájaro en el tendedero, se mira en el espejo sincero y ve
a una mujer tan bella que le da fuerzas para buscar la salida de la sombra.
No creo en las hadas, la verdad, pero me da
que la princesa tiene una que le comunica con otro reino, de solo cuatro
colores pero sin nubes, aunque llueva.
“The Zombies aterrizaron en
Abbey Road y se toparon con los ingenieros de la casa separando los aparatos de
casete que The Beatles habían atado y rezando por “volver a grabar de una
manera normal”. El buen sentido prevaleció. Basta escuchar “Odessey And Oracle”
(este álbum, publicado en 1968 tras la separación de The Zombies, hoy está
considerado por derecho una obra de arte a lo “Sgt. Pepper”) para que quede
claro que sus ambiciones creativas eran cercanas tanto a la música de “Sgt.
Pepper” como al tipo de proezas técnicas que The Beatles habían exigido.”
Me entra la curiosidad porque
de Zombies conocía apenas tres o cuatro canciones. Encuentro esto en Wikipedia.
Odessey and Oracle fue grabado en 1967, tras
firmar The Zombies con la discográfica CBS, y fue el segundo
álbum que sacaban desde 1965. Aunque su segundo
LP, Begin Here,
se asemeja más a una recopilación de singles que a un álbum convencional, Odessey
and Oracle se considera el tercer álbum del grupo. A diferencia
de Begin Here, Odessey and Oracle es un álbum
compuesto únicamente por canciones escritas por los dos autores principales del
grupo: Rod Argent y Chris White.
A principios
de junio de 1967, el grupo comenzó a trabajar en el álbum. Algunas canciones
fueron grabadas en el mítico estudio de la discográfica EMI, Abbey Road,
donde a principios de año acababan de grabar los Beatles la obra maestra Sgt. Pepper's Lonely Hearts
Club Band, y donde la banda Pink Floyd, encabezada por Syd Barrett, debutó con The Piper at the Gates of Dawn. Para finales
de año, cuando se acabó de grabar el disco, The Zombies se separaron por la
falta de éxito financiero.
Odessey and Oracle fue lanzado en el Reino
Unido en abril de 1968, y en los Estados Unidos en junio. El single "Time
of the Season" se convirtió en un hit sorpresa a principios de 1969,
y Columbia Records (en los EE.UU.) reeditó el álbum en febrero con una
ilustración de portada diferente a la de la versión original.
El lapso de
tiempo entre las publicaciones a ambos lados del mundo se debió a que
inicialmente el álbum había sido grabado en mono y la etiqueta americana insistió en
editar el disco en estéreo.
Finalmente, el productor Al Kooper consiguió que el disco se editara
tardíamente con la etiqueta filial de la CBS en los EE.UU., Date Records.
Argent y White tuvieron que gastar sus acumulados royalties para reservar tiempo de estudio
y hacer un remix en estéreo del álbum específicamente para la versión
estadounidense. Sin embargo, la novena canción, "This Will Be Our
Year" no fue editada en estéreo por la falta de un overdub de
un cuerno, no presente en la cinta original.
Crítica
El álbum ha
mantenido un gran prestigio entre la crítica especializada y los fans de la
psicodelia, habiendo aparecido dentro de listas de mejores álbumes en multitud
revistas musicales:
·En 2003, la revista Rolling Stone situó Odessey
and Oracle en el puesto 80 de su Lista de los 500 Mejores Álbumes
de la Historia, si bien en la edición revisada de 2012 cayó al 100º lugar.1
·La revista Stylus lo ubicó en el puesto
196 de su lista de álbumes favoritos.2
·The Guardian lo situó en el 77º puesto de
su peculiar Lista de los 100 Mejores Álbumes que no suelen aparecer en
las demás Listas de Mejores Álbumes.3
·Mojo
Magazine lo considera el 97º mejor álbum de la historia.4
·Está situado en el puesto 32 por la
revista NME5 y en el 51 por Q6 sus respectivas listas de los
mejores álbumes británicos.
·En Rate Your Music ocupa el 59º puesto en la
lista de los mejores álbumes de todos los tiempos, con una nota media de 4,23
sobre 5 a partir de cerca de 5.000 votaciones. El álbum ocupa a su vez el
cuarto puesto en la lista de los mejores álbumes del año 1968 y el 27º en la de
los mejores álbumes de la década de 1960. En la clasificación de los
mejores álbumes de pop psicodélico ocupa
el 4º lugar.789
Listado de canciones
1."Care of Cell 44" (Rod Argent) – 3:56
2."A Rose for Emily" (Argent) – 2:19
3."Maybe After He's Gone" (Chris White)
– 2:33
4."Beechwood Park" (White) –
2:43
5."Brief Candles" (White) – 3:30
6."Hung Up on a Dream" (Argent) – 3:01
7."Changes" (White) – 3:19
8."I Want Her, She Wants Me" (Argent) –
2:51
9."This Will Be Our Year" (White) – 2:08
10."Butcher's Tale (Western Front 1914)"
(White) – 2:47
11."Friends of Mine" (White) – 2:17
12."Time of the Season" (Argent) – 3:33
Corro a buscar este trabajo y aquí está una joya de 1967. Disfruten,
Usted está en Bilbao y por
morriña, por apetito o porqué sí, le entra un deseo irreprimible de comer
pulpo. No hay problema, Bar Restaurante Pulpería Florines, en Sanfran. Un sitio de los de antes, honrado, buena
comida, bien preparada, trato correcto, con simpatía, precio adecuado, lo que ahora
se dice buena relación calidad/precio.
No se lo piensen.
Si no saben cómo ir me llaman,
me invitan y vamos. De nada.
Para animarles, dejo una reseña
en la revista Flipboard.
Se para la máquina, con
miel y licores alimentamos a los pájaros, todo tipo de pájaros, desde abubillas
a oropéndolas, especies protegidas, apropiadas para contar lo que no es
apropiado contar, la confesión, la culpa, lo del revés, nada. No se trata
de cumplir los principios, los preceptos, lo que hace demasiado tiempo me
propuse al empezar este trabajo/mentira. No hay literatura, es una suerte de
salto al río en tiempos de sequía (1).
En estos días de un julio que parece
marzo no acaba de quedar claro si estas miserias que dejo en el
polvo es lo que siento o lo que invento, si es un paraguas de
colores o la debilidad de este momento concreto. Como mínimo es una doble
trampa, la que me hago y la que hago a los ocasionales paseantes
entre la maleza. No está definida la frontera entre lo imaginario y lo real. La
verdad es que no me importa ser un fugitivo o el ansioso obrero que dormita en
la sombra del taller. Al final es una cuestión de si importa o no. No importa.
No, no, discrepo, el fin de esta esquina
es liberar lo que escribo, lo que sea que pretenda ser,
ficción (2), dolores disfrazados de lino y metales o el juego tonto de pillar
al cojo (3).
Quedan solo palabras, leves, se entiende
que la máquina no da para más.Hoy esto, un mientras
tanto, mañana intentaré poemas.
¿Esto es todo?
(1)Como no
haya agua el golpe contra las piedras del fondo es seguro ¿Dónde está el fondo?
Charles de Gaulle, el presidente que refundó la República francesa tras la II Guerra Mundial, afirmó una vez que su único gran rival era Tintín. Preguntado sobre el asunto, François Mitterrand, el más maquiavélico, leído y poderoso de los presidente franceses, se decantó por otro héroe de tebeo. "Yo tengo una debilidad por Corto Maltés. No es que me parezca al héroe de Hugo Pratt, pero no me aburriría en la piel de este aventurero lacónico, solitario, espíritu libre en el que confluyen numerosas culturas". Aquel marino que tuvo la capacidad para saltar de las viñetas a la sociedad cumple hoy 50 años: un 10 de julio de 1967 se publicó la primera entrega de La balada del mar salado en la revista Sergent Kirk, en la que Corto aparecía abandonado a la deriva en el Pacífico. Medio siglo después, el viaje continúa y el próximo septiembre se publicará una nueva historia de Corto, Equatoria, la segunda firmada por los españoles Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero.
El marino, con sus patillas, su aro en el lóbulo izquierdo y su eterno cigarrillo símbolo de unos tiempos en los que los héroes podían fumar, se ha convertido en un icono inconfundible (y un negocio tremendo, ya que sus volúmenes siguen vendiendo miles de ejemplares en todo el mundo). Existe un Corto Maltés que da nombre a bares y que se vende en forma de pósteres en casi todas las tiendas de cómics, un personaje que aparece hasta anunciando un perfume de Dior, una línea de relojes... Pero todo ese merchandising no ha logrado descafeinar al personaje original, heredero de los relatos de Jack London y Robert Louis Stevenson, el último gran héroe del mar, sobre el que Umberto Eco escribió: "Cuando quiero relajarme leo a Engels, cuando quiero algo serio leo a Corto Maltés".
ampliar fotoUna ilustración de Corto Maltés, dibujada por Hugo Pratt.
"En estos 50 años se ha convertido en un personaje muy importante de la cultura europea", explica Juan Díaz Canales, el autor madrileño que junto a Rubén Pellejero recibió el encargo de resucitar a Corto Maltés. Tras la muerte de Hugo Pratt (1927-1995) se produjo un largo silencio durante el que, a diferencia de otros héroes, nadie retomó las aventuras del marino errante. El nuevo tebeo, Bajo el sol de medianoche, creó unas enormes expectativas, pero su publicación en 2015 recibió el beneplácito de los viejos lectores y enganchó a una nueva generación de fans. La agencia que lleva los derechos de Pratt indica que más o menos se venden 100.000 copias cada año, pero en 2015 se vendieron 220.000 ejemplares del nuevo título y se triplicaron además las ventas de todo el catálogo de Pratt.
"Corto Maltés era hijo de Mayo del 68, de esa filosofía que rompió tantas barreras", prosigue Díaz Canales. "Su publicación significó un cambio de paradigma en los cómics, tanto por el contenido como también por el continente, con historias mucho más largas. No supuso una ruptura total, porque se inscribe en una vieja tradición de cómics de aventuras, pero sí marcó un antes y un después". Aunque la publicación arrancó en Italia, fue en Francia donde el personaje alcanzó su cénit, cuando comenzó a aparecer en historietas en la revista Pif.
ampliar fotoPortada de la edición celebrativa de los 50 años de 'La balada del mar salado'.
Corto nunca ha dejado de protagonizar exposiciones —actualmente puede verse una en la estación de Austerlitz en París—, tesis doctorales, hasta novelas —como Querido Corto Maltés, de Susana Fortes—, pero sobre todo es un personaje que ha logrado ser fiel a sí mismo durante 14 aventuras, doce dibujadas y escritas por Pratt y dos por sus continuadores. Pratt se inspiró en parte en su propia vida, casi tan aventurera como la de personaje, pero también en los clásicos de la literatura de viajes.
Hijo de una gitana de Sevilla y de un marinero de Cornualles, Corto Maltés nació en Malta un 10 de julio de 1887. Su primera aventura, La balada del mar salado, transcurre en 1915, durante la I Guerra Mundial, aunque en un tebeo posterior Pratt le situó en 1904, en Manchuria, en la guerra ruso-japonesa donde se cruza con un joven escritor y aventurero, Jack London. Recorrerá todos los escenarios que marcaron el primer tercio del siglo XX, desde la batalla del Somme hasta la lucha por la independencia de Irlanda, el final del Imperio Otomano, Siberia, las selvas de Centroamérica o Buenos Aires. La mayoría de sus aventuras transcurren durante la I Guerra Mundial.
Sobre su final se sabe muy poco. Un personaje de Las Etiópicas, Cush, asegura en otro álbum de Pratt sobre su compañero: "Parece que desapareció durante la Guerra Civil española". Su creador siempre dijo que no había sitio para Corto en un mundo crecientemente tecnológico y en su última aventura incluso le envío a descubrir la Atlántida. "Corto Maltés se irá porque en un mundo en el que todo es electrónico no hay lugar para un tipo como él", afirmó Pratt en una entrevista.
Corto Maltés se grabó en la mano con una navaja una nueva línea de la vida porque la que tenía no le gustaba y, cuando alguien intenta leerle la buenaventura, responde: "No quiero conocer mi futuro porque entonces no me interesaría vivirlo". Es imposible imaginar al marinero entre teléfonos móviles y redes sociales, pero han pasado 50 años y sigue ahí, esperando una nueva aventura.
NOSTALGIA DE UN MUNDO PERDIDO
"Con la muerte de Corto, Hugo Pratt fue calculadamente ambiguo, como en el amor", explica Díaz Canales. Aunque le hizo enamorarse varias veces, nunca le vemos consumar una relación como tampoco tenemos datos sobre su muerte. Simplemente se desvanece. Pellejero y Díaz Canales no tienen intención de meterse en ese territorio, sino que piensan recorrer un largo periodo, entre 1905 y 1915, que Pratt dejó inexplorado. Su nueva historia, de la que El País Semanalpublicará este verano un adelanto, transcurre en 1911. Umberto Eco aseguró que Pratt "hace de su nostalgia de la literatura de aventuras, y de la nuestra, un tema de novela de aventuras" y, en ese sentido, los dos creadores españoles siguen siendo fieles a la aventura, pero también a la nostalgia de un mundo perdido.